Por David Uriarte /

Se quedaron los que se tenían que quedar y se fueron los que nunca estuvieron. Eso le pasó a uno de los partidos políticos más viejo de México, en el siglo pasado, como ahora, el partido en el poder era todo poderoso, el PRI arrastró una de las mejores marcas sociales cuando de preferencias electorales se trataba, incluso llegó a tener nula oposición en candidaturas presidenciales.

Pero, poco a poco se fue incubando el virus de la oposición hasta detonar en la pandemia ideológica que termino por derribar los muros infranqueables del poder político, quedando en estado de indefensión todos los partidos, principalmente el PRI.

En Sinaloa se pasea la sombra del senador Mario Zamora como en su momento se paseó también la de Aarón Irizar, la militancia igual que las estructuras de los comités directivos estatales, viven la orfandad del liderazgo, caminan siendo objeto de miradas inquisidoras que les gritan en silencio “salúdame a tu líder Alito”.

Parte de la militancia no quiere hablar de su líder nacional, les da vergüenza, parte de los integrantes de la secta, no veneran a su maestro, sienten repudio, pero mantienen silencio como muestra de prudencia y disciplina partidaria.

En Sinaloa, hay priistas de la vieja guardia, líderes reconocidos como Jesús Enrique Hernández Chávez “el Chuquiqui”, quien a pesar de mantener una responsabilidad estatutaria y formar parte del organigrama político, es rebasado por la derecha o no tomado en cuenta cuando el interés del que quiere ser el presidente del Comité Directivo Estatal hace arreglos con el líder nacional de la secta e imponen su voluntad tratando de allanar el camino para simular su arribo democrático.

La soledad que se respira en el Comité Directivo Estatal del PRI en Sinaloa se rompe por la presencia de la diputada local y presidenta Cinthia Valenzuela Langarica… Cinthia está entre la espada y la pared, necesita mantener la militancia de la secta lo más unida posible, trabajar en el Congreso para darle presencia, y mantener una relación cordial con su líder nacional, cosa que se le dificulta por la presión de sus correligionarios.

Los grupos de WhatsApp son laboratorios donde se expresan los pensamientos que no se pueden expresar en público, la inconformidad de algunos priistas de alto rango por la forma desaseada en que se está direccionando el arribo del supuesto nuevo líder, es evidente en ese grupo de WhatsApp.