Por David Uriarte /

 

Los hombres y las mujeres no son diferentes por sus genitales; son diferentes por su cerebro. El cerebro de la mujer tiene un “sazón” distinto al cerebro del hombre.

Los hombres y las mujeres no pueden ser iguales por decreto. Todos los días ocurren enfrentamientos y divergencias entre hombres y mujeres. Todos los días las mujeres y los hombres se ven inmersos en discusiones ideológicas y conceptuales que cualquier filósofo de la antigüedad envidiaría.

Los privilegios eróticos de los hombres y los privilegios afectivos de las mujeres en una cultura como la nuestra, son el sello distintivo de la masculinidad y la femineidad.

Las emociones de los hombres se manifiestan de manera diferente a las emociones de las mujeres. Mientras las mujeres verbalizan sus emociones, los hombres las esconden en el silencio. Mientras las mujeres suspiran por una maternidad sana y una crianza seductora, los hombres suspiran por un encuentro
erótico altamente satisfactorio.

La amenaza del abandono representa para el hombre el advenimiento de su soledad. La fortaleza de muchos hombres se ve vulnerada ante la amenaza real o imaginada del abandono de su pareja; es cuando los hombres ven asomar sus lágrimas en una verdadera muestra de miedo a la pérdida de un amor que no aceptan públicamente pero que los amordaza en sus sentimientos.

Las lágrimas de los hombres tienen significados diferentes a las lágrimas de las mujeres, sin embargo, todas las lágrimas tienen el mismo peso cuando se habla de sentimientos, dolor y sufrimiento.

Está demostrado científicamente que las mujeres lloran cuatro veces más fácil que los hombres, esto no se debe a la fortaleza muscular, se debe a la construcción de las emociones en cerebros distintos. Las emociones de los hombres encierran pensamientos y creencias difíciles de entender por las mujeres.