Por David Uriarte /
No se trata de “la venganza del queso de Marquitos” de la Palma Navolato, se trata de la venganza de los electores cada vez que hay un proceso electoral. o se puede afirmar que todos los ciudadanos traicionan su palabra o su promesa, sin embargo, pocos se resisten a obtener un saludo, un obsequio, o escuchar un discurso con promesa o sin ella, o incluso, hacer una petición personal o colectiva a los candidatos.
Si al finalizar el día, la familia fue visitada por hombres y mujeres que piden el voto, pudo haber recibido 7 visitas de quienes buscan la gubernatura, 7 visitas de quienes buscan la diputación federal, 7 de quienes buscan la diputación local y 7 de quienes buscan la presidencia municipal. La familia pudo haber obtenido no 28 recuerdos, pero si unos 10 entre abanicos, gorras, camisetas, memorias USB, pelotas, cuadernos, lápices, calcomanías, llaveros, tazas, vasos, termos, y cualquier objeto que represente la opción de voto el próximo 6 de junio.
Es cierto que la autoridad electoral convertida en árbitro de las elecciones tiene fiscalizadas las acciones y la agenda de cada partido político, es cierto que las prerrogativas deben ser destinadas o usadas según los reglamentos aprobadas por el INE y los partidos, pero también es cierto que hay muchas acciones que se salen del control o la fiscalización de la autoridad electoral.
En esta dinámica, los electores -algunos- aprovechan la oportunidad de hacer reclamos de los pasados gobiernos o representantes, de las promesas incumplidas, de los temas recurrentes de una sociedad que busca mejorar la seguridad, la salud y los ingresos principalmente. Una sociedad cuya madurez política le permite decirles a todos que sí, y a la hora de decidir busca obviamente su seguridad a través de la confianza depositada en un proyecto político que le ve presente y futuro.
Hay que recordar que el problema de los candidatos no es demostrar con números y evidencias sus razones, es convencer al electorado cuya huella emocional lo mantiene ‘escéptico’ (por decir lo menos) que las cosas estarán mejor con él. Ese es el nudo que se desata con inteligencia emocional y contrarresta la venganza de los electores.