Por David Uriarte /

Hace años, cuando un candidato sinaloense perdió la Presidencia de la República, hubo deprimidos, infartados, ansiosos y endeudados.

En los procesos electorales siempre estarán presentes las ilusiones, alucinaciones, fantasías, e ingenuidades, todas ellas envueltas en el papel de la motivación y el moño de la emoción.

Cuando las expectativas no se cumplen, las promesas se disfrazan y los resultados favorecen a otros, la realidad se convierte en un aguijón que puede ser mortal.

Las emociones pueden ser placenteras o no placenteras, finalmente emociones que alteran la salud física y emocional, la hipertensión arterial reactiva es producto de la descarga súbita de adrenalina, a su vez, producto de emociones que activan la parte física generando datos objetivos de enfermedad como la anguina de pecho, los espasmos vasculares transitorios o el mismo infarto cerebral o cardíaco.

Por otra parte, las frustraciones pueden modificar la neurofisiología sináptica, en otras palabras, las frustraciones pueden producir un estado de ánimo deprimido o un estado ansioso, ambas, enfermedades mentales que pueden tirar literalmente a la persona en la cama del malestar y acabar con sus ilusiones presentes y futuras.

Cuando las enfermedades físicas y mentales se agarran de la mano y carcomen la salud de la persona, al que pueden matar es a la persona no al título, es decir, no se enferma el médico, se enferma la persona, y no se enferma el político, se enferma la persona. Por eso, es posible y probable que este proceso electoral cobre la vida de algunas personas dedicadas a la política, como ya ha pasado en otros procesos electorales.

No se trata de hacerle al fuerte, se trata de ser honesto con uno mismo y preguntarse entre otras cosas ¿Vale la pena poner en riesgo mi salud y la tranquilidad de los que me quieren?

Porque no sólo ponen en riesgo la salud física y mental, también ponen en riesgo la salud económica y familiar, en fin, a veces el humano sólo aprende a “coscorrones”.

Las emociones matan… ni es novedad ni es amenaza, es el precio de vivir sujetos a la voluntad y creer en personas que prometen y no cumplen.