Por David Uriarte / 

La llegada de Héctor Melesio Cuén Ojeda a la Secretaría de Salud fue una estrategia bien pensada por parte del patrón que lo contrató. Algo le pasó a Héctor Melesio que volvió a confiar en un equipo que no es el suyo, aunque el ‘dueño del circo’ presuma ser tu amigo, no todos los artistas de la pista principal te verán con buenos ojos, en otras palabras, una cosa es el interés y las promesas ante la incertidumbre del triunfo, y otra cosa es la soberbia del poder después del triunfo.

Una cosa es que te lo cuenten y otra vivirlo, en este caso, el Secretario de Salud está viviendo una provocación bien orquestada, piensan tal vez que lo van a reventar… está a dos fuegos, por un lado, las presiones propias de una estructura de gobierno que impone criterios y personas en las nuevas contrataciones del personal de confianza, a los secretarios sólo dos personas les pueden mover el esquema de nombramientos: el Gobernador y el Secretario General de Gobierno.

Por otro lado, Cuén está recibiendo” sugerencias” de un líder de otro poder, este personaje le llevó una serie de recomendaciones para la sustitución de personal estratégico, es decir, personas que ellos necesitan en esos puestos. Como era de esperarse, Cuén recibió al líder, lo escuchó, lo vio a los ojos, revisó la lista de posibles nombramientos, y se rio.

La provocación de momento se convirtió en cosquillas, sin embargo, esta es crónica de un conflicto anunciado desde su nombramiento, los dos servidores públicos jefes de Cuén y el líder que lo visitó, saben de los alcances del secretario de Salud, saben que si lo dejan poner su gente hará una revolución en su área, y si no: también.

No es novedad que Cuén amanece en Culiacán, se reúne con su gente al medio día en Los Mochis y cierra su jornada de trabajo en Mazatlán, y al día siguiente puede estar negociando en la Ciudad de México. Héctor Melesio Cuén Ojeda tenía dos adicciones: el ejercicio y el trabajo, al dejar la primera parece que se fortaleció la segunda.

No es recomendación ni mucho menos, pero si les imponen a extraños es posible que no le aguanten el ritmo de trabajo, y si lo dejan conformar su equipo, menos; no le rasquen las costillas a Cuén.