Por David Uriarte /
Si alguien se las sabe de todas – todas cuando se habla de oposición, ese es Andrés Manuel López Obrador… toda una vida operando en contra del gobierno hasta llegar a ser gobierno.
Es posible que el Presidente se divierta al ver las manifestaciones de grupos y corrientes de opinión que divergen de la de él; tomas de casetas, obstrucción de las vías del tren, pinta de bardas, marchas, manifestaciones, cierre de calles y edificios, quema de instalaciones de gobierno, cierre de aeropuertos y todo un catálogo de acciones emprendidas por los manifestantes, son caminos muy explorados por el Presidente en su largo recorrer como opositor a los regímenes políticos de los últimos treinta años.
Desde su experiencia, el Presidente entiende los intereses subyacentes en los grupos, se le facilita saber quién o quiénes están detrás de cada manifestación, sabe si es fuego amigo, entiende hasta donde pueden llegar y cuáles serán las consecuencias legales; conoce los riesgos sociales de la represión, enfoca muy bien la reacción social y la de los medios de comunicación con los que ha tenido roces y diferencias desde siempre, pero más en el ejercicio del poder como Presidente.
Los especialistas en patalear y manifestarse en contra del gobierno eran grupos muy definidos, casi todos sindicalizados, hoy las cosas han cambiado, hoy México vive un estado de tensión social derivado de la crisis sanitaria, de lo vulnerada que se encuentra la salud pública, y por supuesto por la percepción de inseguridad que vive la sociedad.
Todas las luchas sociales parten de la injusticia y la impunidad, el tema del desabasto de medicamentos para los niños con cáncer ya trascendió cualquier barrera ideológica o de partido, toca las fibras sensibles de cualquier ser humano, por eso la solidaridad del pueblo mexicano con la causa.
“Para sentir no hay como que duela” reza el refrán, y cualquiera puede ser víctima de una enfermedad cuya sentencia casi siempre es la muerte a corto plazo y la calidad de vida deteriorada. Es probable que el Presidente sepa distinguir entre las causas políticas y las causas de justicia social, como probable que piense que “le quieren enseñar a rezar al cura”.