Por David Uriarte /

Dos cosas deben quedar claras: la importancia de la reforma al Poder Judicial; y el número de personas que la avalaron con su voto.

En el primero de los casos, se le debe apostar al espíritu del legislador en cuanto a las mejoras sustantivas de la operación del poder que imparte justicia, las discusiones quedaron atrás, regresar a su origen es literalmente perder el tiempo.

En el segundo de los casos, la perspectiva es diferentes, se pueden ver los trece millones de votos o los ochenta y siete millones de mexicanos que no votaron. No es lo mismo ver el vaso medio lleno que medio vacío, la reflexión toca el tema de la indiferencia, la abulia, el desgano, la apatía o de plano la mala fe o mala voluntad, o la justificación que fuere… en un proceso que finalmente se dio de una u de otra forma, con la complacencia o el rechazo, fue precisamente el rechazo el abono que fortaleció los resultados esperados por los organizadores del proceso electoral.

Los intelectuales del derecho, los señorones constitucionalistas, los académicos de las universidades de prestigio, los colegios y barras de abogados, los políticos de oposición, y todos los anti régimen López-obradorista, salieron buenos para la plática y la crítica, pero no tan buenos para convencer primero a los legisladores, y después a la sociedad.

Analizando los números, se puede deducir la fortaleza o debilidad del proyecto de la reforma hecha realidad, el voto corporativo y los simpatizantes, es cantidad suficiente para demostrar la fuerza del proyecto y la aceptación del mismo.

La suma de la burocracia federal y estatal, en los estados donde gobierna el partido en el poder, más el sindicalismo, más los beneficiarios de los programas sociales, son suficientes para obtener resultados equivalentes al cincuenta por ciento del padrón electoral, esto es, unos cincuenta millones de votos.

Motivo de análisis y preocupación son los resultados evidentes y duros, basta que los beneficiarios de programas sociales y la burocracia hubieran salido a las urnas para dejar huella de un aplastante triunfo electoral en la elección de jueces, magistrados y ministros del poder judicial.

Los números no saben de política, pero reflejan el éxito de las estrategias, la aceptación o el rechazo social de las mismas, y la legitimización de los electos.

Los números no saben de política, pero evidencian el rumbo que lleva México y los mexicanos.