Por David Uriarte /

La razón, la parcialidad, la generalización, y la negación, son las principales distorsiones cognitivas de los obsesionados con su creencia, su pensamiento y el poder. Es más fácil quitarle una mazorca a suplicas a un cerdo, que hacer entender a un obsesionado.

Las personas obsesionadas con el poder tienen herramientas tan fuertes como su razón, su parcialidad, su generalización, y su negación.

La razón de cualquier obsesionado con el poder sustenta creencias tan solidas como sólidos son los pensamientos del esquizofrénico, no hay espacio para la diferencia, su representación mental es la carretera por donde se desplazan sus acciones, mostrar la razón social o colectiva de poco o nada sirve cuando la ceguera de la obsesión es una especie de iluminación mágica.

Al mismo tiempo que su razón inunda su pensamiento con tinta indeleble, la parcialidad se hace presente producto de la mirada en túnel, no hay más opciones… el árbol lo es todo, aunque forme parte del bosque, la ruta de pensamiento no acepta atajos o veredas, no hay pensamiento lateral, solo la horizontalidad de su mirada.

Su razón y su parcialidad se fecundan como el ovulo y el esperma para dar origen a la generalización, todos los flexibles, imparciales, respetuosos, o con pensamientos diferentes, son malos, corruptos, o enemigos, la generalización no deja espacio para los diferentes tonos de grises, o todo es blanco o todo es negro.

Entre la adoración y el fanatismo de su razón, su parcialidad y su generalización, los pecadores del poder engendran la negación, un mecanismo de defensa que blinda la estructura de su personalidad, la negación es una trampa que pretende confundir la realidad social para reducirla o someterla con el pensamiento sazonado en el poder real, el poder que acuesta a cualquier opositor o por lo menos lo pone de rodillas.

Los pecados del poder son las golosinas que alegran la vida de aquellos que deciden por los demás, no son malos, tal vez ni mal intencionados, simplemente están convencidos de su forma de pensar, de sentir, de percibir, y de comportarse, discutir con ellos es intento estéril, demostrarles con evidencias sus errores es provocar su furia, es invitarlos a un pleito desigual.

Las personas obsesionadas con su razón, su parcialidad, su generalización, y su negación, son tontos con poder; son jefes.

No se debe generalizar.