Por David Uriarte

En la historia que se construye a partir de la 4T, los pobres ríen y los ricos lloran. Al cambiar la estrategia de la distribución de la riqueza, los pobres encuentran canales institucionales de ingresos mientras los ricos encuentran trampas o instrumentos de fiscalización institucional.

Los pobres no se preocupan por la terminal punto de venta que ahora emitirá automáticamente una factura, menos por la extinción de dominio, ellos se preocupan por tener lo mínimo necesario para comer, calzar, vestir y estar bajo un techo.

Los pobres no están pensando cómo hacerle para la venta de bienes muebles o inmuebles, mucho menos cual es la mejor estrategia contable para pagar menos impuestos.

En cambio, muchos ricos ya tienen insomnio; otros, depresión y muchos más, ansiedad… al saber lo estrecho que se está volviendo el margen de maniobra para evadir al fisco.

La fotografía del Primer Informe Presidencial es la mejor evidencia de la polarización y el contraste social del nuevo modelo de gobierno, un zócalo a reventar y un monumento a la revolución igual, la diferencia; el estatus social.

Mientras la mayoría de los asistentes al Zócalo llegaron a pie, en camión o fueron trasladados en grupos, los del monumento a la Revolución llegaron en sus vehículos con vestimenta y discurso diferente.

El llanto de los ricos se debe al estrés de perder o dejar de ganar, la alegría de los pobres se debe a la ansiedad por obtener algo de las manos del Presidente, aunque el dinero sea de los que pagan impuestos.

Los nuevos paradigmas del gobierno en turno son simplemente diferentes, con un abordaje sureño, mientras los modelos anteriores fueron norteños, parecidos o con la tendencia de los vecinos del norte: Socialismo vs Capitalismo.

Así de fácil y así de sencillo, por lo tanto, no hay que buscarle glándulas mamarias a los reptiles. No hay que confundir la realidad descrita por un pobre que la realidad descrita por un rico, aunque sea la misma, la percepción es diferente.

¿A qué le teme el rico? A perder lo que tiene, sin embargo, el temor de los pobres es distinto; el pobre le teme a no tener cómo resolver la inmediatez de la salud, sin embargo, el sello del humano sigue siendo el llanto.