Por David Uriarte /
Hay eventos cubiertos por los medios, muy difundidos, con polémica, cobertura en medios tradicionales y redes sociales, con opiniones de distintos lideres sociales, empresariales, oficiales, y políticos.
La forma de medir la simpatía de los aspirantes a la Presidencia en el ‘24, tiene dos caras: una de aceptación y otra de rechazo.
La de aceptación es la suma de voluntades expresadas con la presencia física donde está el posible candidato o candidata, con el ánimo o la motivación para hablar en tono positivo, exaltar las virtudes, y difundir su imagen y discurso.
La de rechazo toma en cuenta atributos en tono negativo, dependiendo del riesgo competitivo establecen estrategias de desprestigio en redes y todo tipo de medios audiovisuales.
Al final de la contienda sólo habrá dos finalistas, quien represente al partido en el poder y quien represente a la oposición. El periodo de desgaste será amplio, es posible que la sociedad se canse y pierda el interés y automáticamente los finalistas caigan por inercia y simpatía legítima.
La motivación social empieza a disminuir, la motivación partidista y los grupos de apoyo a determinada figura política cada vez se polarizan más y exhiben diferencias, rencillas, información confidencial, se animan a inventar información imprecisa, dolosa, de mala fe, son tiempos de guerra mediática, todo con un sólo fin: el poder político.
Al final del principio quedaron tres grupos: los seis del partido en el poder; otros tantos de la oposición, que todo indica será Xóchitl Gálvez su representante; y los de Movimiento Ciudadano, que no se deciden a sumarse a la oposición creyendo que les alcanza para ir solos.
La imagen se puede construir con dinero, lo que no se puede construir con dinero es el discurso y el pasado. Al actual Presidente le ayudó mucho su pasado y su discurso… los finalistas serán quienes su pasado y su discurso estimulen la simpatía social.
En términos prácticos, hay precandidatos que han pasado por algunas plazas importantes como Culiacán y se ha sabido poco de ellos, en cambio otros u otras levantan expectativas muchos días antes de su llegada; esta es la verdadera simpatía de los aspirantes a la Presidencia.
Muchos aseguran que parte de la estrategia es hacer reuniones pequeñas, evitar las multitudes, eso va en contra de toda lógica, eso más bien parece una justificación ante la baja de simpatía de la mayoría de los aspirantes.