Por David Uriarte /
Hay mucha información noticiosa que solo distrae la atención de quien la escucha o la lee, no llena el bolsillo de los pobres, pero induce una percepción a veces sesgada de la realidad.
Conocer de crímenes, levantados, encobijados, lesionados, violentados, o desaparecidos, cultiva el morbo de la sociopatía potencial, asentada en la mente de aquellos prófugos de los valores cardinales como la prudencia, la justicia, la templanza y la fortaleza.
Saber que un exgobernador de Sinaloa será embajador de España, que un Presidente Municipal tiene marcadas diferencias con su Gobernador, que la Secretaria de Educación Pública y Cultura mantiene una relación tensa con los sindicatos de trabajadores de la educación, o que el número de policías y cámaras de videovigilancia en la ciudad son insuficientes, mantiene parte del tiempo y de la mente ocupada en cosas que no mejoran la economía de la población.
Las buenas noticias son aquellas donde a corto o mediano plazo la economía se convierte en poder adquisitivo suficiente para una vida digna, una economía que alcance para techo, vestido, comida, educación y diversión.
Las buenas noticias tienen que ver con una movilidad funcional en nuestra ciudad, con servicios públicos de primera o por lo menos funcionales; con lugares de esparcimiento, parques y canchas deportivas; iluminación pública, seguridad pública; oferta educativa accesible a cualquier bolsillo, fuentes de trabajo bien remunerado; y un clima de paz y tranquilidad al transitar por las calles de nuestra ciudad.
Todos los días somos más bombardeados que Ucrania por los rusos con noticias trágicas, nos informan de la barbarie en el ámbito deportivo, de la competencia por el último lugar en presidentes municipales y gobernadores como el de Zacatecas; nos ofrecen la relación de las ciudades más violentas y más inseguras en México; de las malas practicas médicas donde personas mueren en manos inexpertas.
Las noticias de los avances científicos y tecnológicos, de los premios Nobel, de la oferta educativa sin costo, de la oferta de los servicios médicos de calidad, de la suficiencia alimentaria, de las películas de estreno, y los estímulos a los mejores promedios educativos… esa es información sana que llena el bolsillo del conocimiento.