Por David Uriarte /
Los lugares destinados al confinamiento de delincuentes resultan a veces una contradicción, es decir, el objetivo de recluir a una persona para su rehabilitación social no siempre resulta como tal.
Los reclusos tienen 24 horas para pensar en fugarse y las autoridades otras 24 horas para evitarlo. Esta guerra psicológica termina venciendo a los segundos, riñas, motines, y fugas, son hechos frecuentes en estos centros de reclusión donde la rehabilitación es difícil de medir.
Películas, series, y cortometrajes, se alimentan de hechos reales en cárceles famosas por su alto grado de seguridad, ahí está el caso de Alcatraz entre muchas más, siempre han existido mentes brillantes que logran vulnerar y burlar la seguridad de estos centros de la delincuencia.
La clasificación de los grados delincuenciales ya existe, ahí están los 22 niveles de maldad según la escala del Dr. Michael Stone, las cárceles no son monasterios, son lugares que albergan mentes criminales con grados de maldad diferentes: desde los de mínima peligrosidad, hasta delincuentes que son una amenaza para la sociedad y son merecedores de cadenas perpetuas y en algunos lugares hasta de la pena de muerte.
Algunos investigadores o analistas les llaman a las cárceles las universidades del crimen, otros simplemente no creen en los métodos de rehabilitación de estas mentes criminales.
No es de película saber que, en las revisiones de las autoridades a los penales, encuentran además buenos tratos para algunos reclusos, lugares parecidos a un hotel de cinco estrellas, hasta aquí, las cosas no parecen tan espectaculares.
Sin embargo, encontrar sistemas de comunicación satelital en algunas celdas, rifles de asalto, pistolas de alto calibres, municiones suficientes para repeler enfrentamientos por varias horas, artefactos explosivos, equipos de comunicación y una serie de aditamentos tácticos, sólo se ve en las películas y en algunas cárceles de México.
Lo curioso por llamarle de alguna manera, es que cada vez que se hacen revisiones, encuentran lo mismo, armas y equipo táctico, al día siguiente se vuelve hacer otra revisión y se vuelven a encontrar más de lo mismo: artículos prohibidos, la pregunta no es ¿Por dónde entran o quién los introduce? La pregunta es ¿Hasta cuándo?
La figura de la corrupción se vuelve clara ante estas evidencias, los diseñadores de la cárcel como método o forma de rehabilitar a los delincuentes evidentemente no está funcionando.
¿Para qué sirven?