Por David Uriarte /

La flexibilidad implica cierto grado de tolerancia, tampoco se trata de no tener carácter y dejar hacer y dejar pasar. La flexibilidad es la base de las negociaciones, es el principio de la construcción de acuerdo, es el cemento que une las diferencias junto con el respeto.

En la vida de pareja, de familia, social y política, la flexibilidad evita el ochenta por ciento de los conflictos, la postura radical, inflexible, dogmática, fundamentalista, u obsesiva, conduce a un destino que se llama; ruptura y el conflicto.

El viejo adagio que reza: “Entre tener la razón y ser feliz, elijo lo segundo”, es el mejor ejemplo para entender cómo le hacen las personas cuyos conflictos terminan en el destino de la felicidad y el bienestar… no es que no tengan problemas, es que son flexibles, negociadores, con gran capacidad para el dialogo, respetuosos de las diferencias, tolerantes, y dispuestos a ceder.

Las personalidades obsesivas se preocupan por los detalles, buscan la perfección, dicen no tener tiempo para el ocio y los amigos, son escrupulosamente inflexibles en materia de moralidad, ética o valores; acumulan objetos deteriorados o inútiles, sólo delegan tareas a las personas que se someten a su manera de pensar o hacer las cosas, son avaros hacia sí mismos y hacia los demás, son rígidos y obstinados.

No se trata de ocurrencias, estos son los criterios que establece la Organización Mundial de la Salud en su clasificación internacional de enfermedades versión diez, y el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en Estados Unidos, en su versión cinco.

Como no hay conciencia de las obsesiones, estas personas esperan que el mundo gire alrededor de su forma de pensar y creer, su radicalismo, inflexibilidad, y obstinación por sus verdades; atropella a todo aquel o aquellos que se atrevan a diferir de su forma de pensar… Sus rencores no les permiten a las personas obsesivas tener una frase de disculpa ante sus errores, se convierten en los constructores de la verdad universal, aunque la realidad y la obviedad demuestren lo contrario.

Lo bueno, es que no todas las personas en el mundo son obsesivas; lo malo, es cuando las personas obsesivas tienen algún cargo, puesto o responsabilidad que implica una línea de mando o poder, es decir, estar bajo las órdenes de una persona obsesiva o inflexible, es imposible poder construir acuerdos y negociar, su palabra es ley.