Por David Uriarte /

La pregunta puede ser ¿Qué está pasando en Ucrania, en Israel, en México, y en Sinaloa? La violencia no es propia de Estados Unidos, Europa, Medio Oriente o Latinoamérica, la violencia es propia de algunos humanos cuyas creencias radicales no permiten el respeto o tolerancia a las diferencias.

La respuesta a las maneras distintas de pensar o creer la arreglan con violencia orientada a extinguir cualquier manifestación diferente al cumplimiento de su voluntad. Quitarle la vida a una o varias personas en la guerra Israel-Palestina, es igual que quitarle la vida a una o varias personas en el municipio de Ahome, en la sindicatura de Villa Juárez, o en Culiacán.

Qué bueno que existen programas gubernamentales orientados a fortalecer la seguridad pública, que bueno que hay presupuestos suficientes para equipar las corporaciones con equipo y tecnología de punta, ojalá el personal corra con la misma suerte en cuanto al salario, sin embargo, los mejores esfuerzos para erradicar o disminuir la violencia y las conductas sociopáticas, son aquellos orientados a la salud mental.

La estadística delictiva es el reflejo del registro gubernamental relativo a la conducta antisocial, hay otra proporción que no registra, el registro y el subregistro es la sombra amenazante de la paz y la tranquilidad social.

Los horripilantes crímenes recientes en Sinaloa son mucho más que números y estadística, son evidencia fundamental de una cosa: enfermedad mental, enfermedad mental cuyos puntales son adicciones y brotes psicóticos. Los brotes psicóticos pueden venir solos como signo de una enfermedad mental, o producto de los efectos de las drogas, principalmente las metanfetaminas cristalinas y los opioides sintéticos.

Derivado de la causa de las conductas antisociales, es urgente el control de la producción, comercialización, y consumo de las drogas, al mismo tiempo y con la misma urgencia, la promoción de la salud mental y la prevención de conductas antisociales mediante la intervención de la familia especialmente los padres.

Lo subrepticio del tema de las drogas, más la contaminación generacional, en otras palabras, la alta demanda de las drogas y la nula vigilancia de los padres, en algunos casos, son precisamente los padres los principales consumidores de drogas cuyo ejemplo contamina la conducta de los hijos.

¿Qué está pasando en Sinaloa, cuál es su destino?