Por David Uriarte /
Las quejas de los empresarios tienen que ver con la escasez de mano de obra, con frecuencia se les escucha decir -no hay quien quiera trabajar-; los empresarios se quejan de las altas tasas impositivas del SAT, de la carga social, es decir, de los pagos que hay que hacer al IMSS y en consecuencia al INFONAVIT por cada uno de los empleados; de los empleados desleales, del robo hormiga, en fin… muchos patrones no están contentos ni con sus empleados ni con la regulación del gobierno.
Lo mismo sucede con muchas personas que buscan empleo, se quejan de que no hay trabajo, y los pocos que hay son mal pagados o sin prestaciones sociales; los que tienen empleo, se quejan de las largas jornadas laborales, de lo pesado que resulta el trabajo, de los pocos incentivos que ofrece el patrón; del servicio médico limitado o poco resolutivo y tardado; del pronóstico reservado ante la imposibilidad de crecimiento económico en ese empleo, en fin… pocos son los empleados que no se quejan de algo relacionado con su trabajo o con su patrón.
Las familias se quejan de la carestía de la vida, específicamente de la pérdida del valor adquisitivo de su economía, lo que compraban en enero con 100 pesos, seis meses después lo compran con 150 pesos o más, pero el ingreso sigue siendo el mismo, no aumenta en proporción a la inflación.
Los transportistas se quejan del costo excesivo en las carreteras de cuota, del aumento constante en refacciones, combustibles y lubricantes; se quejan de la inseguridad en las carreteras, de los asaltos, de los robos, del mal trato de la policía encargada de vigilar las carreteras; del estado deplorable de la carpeta asfáltica que representa un riesgo para los vehículos y su carga… El día que la industria del transporte de carga se paralice, el caos se convertirá en un infierno.
También se quejan los del transporte de pasaje urbano, se quejan según ellos de lo bajo del costo del boleto, del mal estado de las calles, del alto costo de los insumos para operar las unidades, del robo hormiga de los chóferes, y de los altos intereses de los créditos bancarios para comprar o reparar las unidades.
También se quejan los usuarios del transporte urbano, se quejan del mal servicio, se quejan de que las unidades no cuentan con un eficiente servicio de aire acondicionado por el cual cobran, en fin… quejas y quejas.