Por David Uriarte /

El tono de las inconformidades sociales y del gobierno, poco a poco han aumentado, son muchas las inconformidades sociales ¿Quiénes se quejan? Se quejan aquellos que perdieron un familiar a manos de la violencia impune, se quejan aquellos que tienen un familiar desaparecido, se quejan aquellos que no obtienen el medicamento para el cáncer de su familiar, se quejan aquellos que perdieron sus empleos; se quejan aquellos que perdieron sus negocios en la pandemia, se quejan los empresarios por las altas tarifas de la energía eléctrica, se queja la industria del transporte por el alza en los combustibles, se quejan los industriales de la masa y la tortilla por el aumento en los insumos, quejas y más quejas.

¿De qué se queja el gobierno? De todo aquel que se queja, principalmente de aquellos que difunden noticias o información que deja al descubierto una realidad diferente a la promovida por el régimen del poder político.

Cuando detrás de la queja subyace el coraje como emoción no placentera, significa un desacuerdo con el quejoso, no con la realidad, es decir, una cosa es quejarse por el alza en los productos de consumo doméstico, y otra cosa es quejarse contra el gobierno utilizado de pretexto el aumento de precio.

Lo mismo sucede con las quejas del gobierno, una cosa es quejarse por las cosas que no pueden controlar, y otra cosa es quejarse porque alguien se queja, dejando entrever que la inconformidad no es legítima.

Poco a poco el tono de las quejas se eleva, en las mañaneras del Presidente cada vez hay más reporteros que lo cuestionan y confrontan; cada vez más su equipo tiene que recurrir a la estrategia de difundir o exhibir los pagos que hacían los gobiernos anteriores por concepto de publicidad a una serie de destacados comunicadores.

Aunque la pregunta es una, la respuesta es otra, el grado de inconformidad del Presidente es evidente a pesar de su habilidad para soportar la metralla de preguntas cuya intención es dejar en evidencia la diferencia entre lo dicho por el presidente y los lamentables hechos que consternan a la sociedad mexicana y ahora a la estadounidense por los sucesos de Tamaulipas a los ciudadanos americanos.

Hacer como que no pasa nada o hacerse los sordos tanto del lado de la sociedad o del gobierno, es hacer crecer el problema, hay que limpiar el cerumen de la conciencia y hacer cada quien lo que le corresponde.