Por David Uriarte /

Cada territorio guarda a sus habitantes, los límites territoriales son las fronteras de la identidad, todas las personas en el mundo cuentan con los mismos órganos vitales, la diferencia es su identidad, su forma de pensar, su origen territorial, a veces el amor por la tierra que los vio nacer.

La identidad surge de la suma de aprendizajes sociales, es la cultura local que contrasta con las formas diferentes de pensar y actuar de los vecinos territoriales, de un rancho a otro hay diferencias, de un pueblo a otro, de un municipio a otro, de un estado a otro, y de un país a otro.

Los del norte, los del sur, los de los cuatro puntos cardinales respiran del mismo aire, pero exhalan diferente, conciben la vida de distintas formas, la crianza, la paternidad, la maternidad, el cuidado de la familia, la defensa de la pareja, la distribución de los bienes, el respeto a la vida, a la diversidad sexual, la construcción de valores y de límites, en fin… se aprende a vivir en un marco de conductas externas que se repiten como forma de ser aceptado en la sociedad.

Cada punto cardinal anida identidades distintas a pesar de buscar lo mismo, la sobrevivencia y la reproducción; aunque la reproducción cada vez en tasas menores, los del norte presumen lo suyo como lo hacen los del centro o los del sureste mexicano. Los sinaloenses gozan de cierta fama local e internacional por su forma de ser, por su forma de actuar, por sus pensamientos de alguna manera radicales.

Las familias sinaloenses como todas las mexicanas son parte de un mosaico multicultural con ciertos sesgos particulares, en Sinaloa hay personas con mucho dinero y personas mucho muy pobres, personas con grados escolares altos y personas analfabetas, personas tranquilas y personas violentas, familias de profesionistas y familias de actividades oscuras, no se puede generalizar y decir que todos los sinaloenses son lo máximo o son de lo peor porque serían juicios extremos.

“¡Mexicanos al grito de guerra!” Así inicia el himno nacional, no se sabe que tanto influye eso en el cerebro de los bélicos, violentos, o delincuentes, lo que sí se sabe es que la conducta violenta deja saldos rojos en todo el territorio nacional, quien sabe que sucedería si el himno nacional iniciara diciendo, “¡Mexicanos al grito de respeto!”, aunque es una especulación psicológica, vale la pena reflexionar sobre las motivaciones que liberan conductas salomónicas, o violentas.