Mientras la sexualidad humana es una dimensión fundamental de la vida, que incluye las potencialidades del género, el erotismo, la vinculación afectiva interpersonal y la reproductividad; el erotismo solo es la parte placentera de la sexualidad.

Mientras la sexualidad es una abstracción, en tanto requiere de un proceso de pensamiento relativo a la identidad y la conciencia, sus partes o potencialidades se articulan bajo dos principios elementales: la biología y el aprendizaje. De muchas cosas se puede escapar el humano, excepto de su origen biológico o genético, sin embargo la variable aprendizaje no se refiere exclusivamente a la educación formal, se refiere a los aprendizajes culturales, familiares y por supuesto formales.

La construcción del género y los vínculos emocionales representan los extremos que acunan al erotismo. Es decir, no se puede concebir la idea de un erotismo per se, siempre se tiene una vivencia sexualmente placentera vinculada por lo menos a una fantasía con algo o con alguien, y desde una plataforma de poder activo o pasivo.

Antes de hablar del erotismo sano, hay que recordar que el condicionamiento cultural o familiar también construye un elemento indispensable para el desarrollo erótico: la intimidad.

La intimidad representa el contacto con las vías sensitivas y motoras del cuerpo, en otras palabras, es el aprendizaje de las representaciones y significados de lo que implica sentir con culpa o sin culpa; es una expresión de placer o de represión. No se puede esperar un erotismo sano con una intimidad fracturada por la culpa, el miedo o la vergüenza, es entonces la intimidad un requisito indispensable para la construcción del placer sexual.
Crecimiento y desarrollo erótico son dos cosas diferentes. Una persona puede tener 30 años de edad y un erotismo de 8 años, esto significa que madurar biológicamente es una cosa y madurar psicológicamente es otra. Un hombre o una mujer pueden tener la estatura promedio para su edad y el desarrollo de sus genitales con un funcionamiento óptimo, sin embargo, pueden tener una representación emocional inmadura o frustrada relativa al placer erótico.

En un orden aleatorio se puede afirmar que la persona con erotismo sano tiene mayor capacidad para intimar o relacionarse a través de vínculos emocionales, vive sin culpas o prejuicios su propia respuesta sexual, es decir, se pone en contacto con sus sensaciones de deseo, de excitación o de placer sexual, conoce su cuerpo y sabe cuáles son las áreas más sensibles, puede hablar de relaciones sexuales sin conflictos de expresión verbal o de significados, logran establecer acuerdos y expresar sus deseos, comprenden las diferencias entre fantasías y realidad, tema conflictivo en el erotismo cuando se confunden o se manchan con culpa.

El erotismo saludable también se mide a través de cuidado del cuerpo, de las conductas autoeróticas sin culpas o miedos, de las posiciones sexuales particularmente placenteras y no mecánicamente realizables, de la solicitud de caricias específicas y la negación de las no deseadas, y lo más importante, convierten el encuentro erótico en un momento de crecimiento personal.

Estar eróticamente sano es diferente a tener más encuentros sexuales o más parejas sexuales. El erotismo sano cumple con las variables de la salud sexual propuestas por la Organización Mundial de la Salud: La salud sexual es plena, libre, congruente, integra, responsable y armónica.

Un erotismo reprimido por una orientación sexual no aceptada es fuente de conflictos emocionales y en consecuencia un problema sexual. Un problema sexual aparece cuando alguna de las partes de la sexualidad se expresa en forma no deseable o cuando no permitimos que se exprese, esta es una afirmación de los expertos que concluye diciendo “ningún acto de voluntad humana puede ponernos o quitarnos las cosas básicas con las que nacemos, y nacemos con nuestra sexualidad potencial”.

La cadena de procesos humanos que termina en el eslabón del placer sexual sano o en el erotismo saludable, empieza en el condicionamiento cultural, seguido de la construcción de la intimidad que dará origen a un erotismo funcional o disfuncional. Después vendrá la conciencia del deseo, la excitación y la vivencia única de la sensación subjetiva de placer derivada de la liberación súbita de la energía sexual.