Por David Uriarte /

Después de fallecida la persona, surgen historias y anécdotas difíciles de comprobar, aquellos que las cuentan dicen ser testigos de los hechos, y otros le juegan al teléfono descompuesto.

A la muerte de Fortunato Álvarez Castro, la clase política, especialmente los del PRI, cuentan una serie de historias fáciles de comprobar porque hay registro de ello.

Son descripciones de hechos o evidencias de obras realizadas como la construcción del edificio del PRI, de hecho, hay una placa en la que se lee: “Fortunato Álvarez Castro, político visionario, promotor de la construcción de este edificio y forjador de generaciones políticas sinaloenses. Comité Directivo Estatal, Jesús Enrique Hernández Chávez, presidente, Margarita Urías Burgos, secretaria general. Culiacán Sinaloa, noviembre 11 de 2013″.

También circulan anécdotas como aquella que afirma que Fortunato una vez dijo: “Todos los políticos tienen tres discípulos a su imagen y semejanza, en mi caso, son el Chumel Viedas Esquerra, Engelberto Esquerra Aragón, y Jesús Enrique Hernández Chávez”.

La anécdota tiene sus asegunes porque describe virtudes y bondades de los discípulos que pueden ser imprecisas, por eso no las transcribo.

El recorrido político de Fortunato da para mucho, sin embargo, hoy es historia que se puede resumir en anécdotas, dichos y hechos.

Uno de sus chóferes, don Felipe Félix Estrada, cuenta que la puntualidad era una de las exigencias del político quien le decía, “Felipe, si te digo que te espero a las ocho de la mañana en mi casa, es a las ocho de la mañana”.

Felipe cuenta entre otras cosas, que en un recorrido de trabajo encontraron a un ex-trabajador de gobierno con un buen vehículo que no correspondía a su ingreso como burócrata, y Fortunato le dijo, “¿Y cuándo se hizo de mulas Pedro?”.

Fortunato Álvarez Castro fue toda una institución, las nuevas generaciones de políticos no lo conocieron o si acaso es una referencia de las políticas públicas cuando el gobierno era prácticamente emanado del PRI.

El “Chuquiqui” dice que le hizo un homenaje en elemental reciprocidad al gran respaldo y enseñanza cuando más lo necesitaba: mi temprana juventud.