Por David Uriarte /

La especie del hombre como primate es una cosa y el hombre desde la perspectiva de género, es otra cosa. Hay muchas ópticas y maneras de abordar el concepto de hombre, pero sólo una se acerca a la verdad: la neurociencia.

Hablar del hombre desde el punto de vista teológico nos sumerge en un terreno inexplicable, sobre todo si se aborda desde la influencia judeocristiana.

Hablar del hombre desde la filosofía, nos promete un mundo fascinante e inacabable; hablar del hombre desde el empirismo, nos exhibe en una parte del espectro de la experiencia socio-familiar; pero hablar del hombre desde la neurociencia, nos ilustra, define y clasifica el tipo de hombres que existen.

La aspiración de una mujer o un hombre cuando de pareja o familia se habla, es la sana convivencia, es funcionar en el tiempo, sin embargo, la estadística revela otra cosa. La estadística y la práctica social revelan una prevalencia alta en la separación de las parejas heterosexuales, y un índice preocupante de parejas disfuncionales.

Desde la ciencia, el cerebro y las hormonas modulan la conducta: un cerebro masculino es diferente a un cerebro femenino, un hombre conductualmente hablando, es el resultado de la mezcla de su cerebro reptiliano, mamífero y humano.

Cuando un hombre siente, se emociona y razona de manera equilibrada, entonces su conducta es emocionalmente sana, pero si el hombre sólo siente y se emociona, entonces su conducta es mamífera, es decir, prevalecen sus emociones y no razona. Pero el extremo o lo peor de un hombre, es que prevalezca en él sólo el sentimiento impulsivo irracional, es decir, que se comporte como reptil.

Los reptiles no se emocionan, sólo quieren comer, dormir y aparearse. En cambio, los mamíferos como los perros, sólo quieren comer, dormir, aparearse y ladrar (pelear). Pero los humanos quieren comer, dormir, tener relaciones sexuales, alegrarse, enojarse, y razonar.

Lo peor de un hombre es no razonar y querer conseguir todo por la fuerza, por la violencia, tratando de satisfacer sólo sus necesidades primarias de reptil o de mamífero irracional. Lo peor de un hombre es ser violento, la violencia física y emocional subsumen todas las violencias imaginables.