Por David Uriarte /

La tierra está amenazada por sus habitantes, lo que pasa en otros continentes puede pasar en el nuestro con las particularidades propias de un clima con tendencia a los extremos.

Muchos son escépticos a creer en el desarrollo filogenético de las especies, ahora el escepticismo viró al cambio climático encabezando la lista Donald Trump.

Ya existen verdaderas islas de residuos plásticos en los océanos, también esfuerzos desarticulados por activistas e instituciones mundiales que gritan en el desierto la realidad asfixiante del planeta tierra.

Si regionalizamos el conflicto evolutivo de la especie humana a México o aún más a Sinaloa, el problema ecológico no es menor aunque los distractores político sociales eclipsan la verdadera y lamentable realidad.

A lo verdadero y lamentable hay que agregarle lo amenazante del asunto, por ejemplo, las altas temperaturas que presagian ser mucho más crueles en esta temporada en Sinaloa.

Arrastran al mismo tiempo una sequía y las reservas en las presas ya marcan menos del cincuenta por ciento. Esto no es amenaza para los agricultores, es una sentencia para los consumidores.

Saber o conocer la importancia del agua no resuelve el problema de la sequía, ni de la mortandad de ganado, mucho menos evita el riesgo inminente de las enfermedades gastrointestinales que amenazan a la población más vulnerable: los niños y ancianos.

Los esfuerzos gubernamentales son un paliativo, es como darle una palmada en los hombros a un paciente grave, o inyectarle entusiasmo cuando lo que necesita es un tratamiento específico, y el tratamiento específico para la sequía que ya viven algunas comunidades de Sinaloa es el agua.

Los organismos locales y federales encargados del líquido de vida, están en estado de emergencia sorda, callados porque no quieren hacer escándalo y poner a la población en situación de pánico y al gobernador en aprietos.

Culpar a los servidores públicos responsables del abasto de agua a las familias sinaloenses, no resuelve la realidad amenazante del cambio climático. No se pueden adelantar las lluvias, lo que sí se puede, es promover una cultura del cuidado del agua.