Por David Uriarte  /

Personal médico, de enfermería, químicos, camilleros, personal administrativo o de lavandería, los de mayor riesgo de contagio.

Medir los niveles de azúcar o colesterol, es fácil para el paciente y fácil para el químico, pero hacer la prueba diagnóstica para COVID-19, es literalmente otra cosa.

Todo empieza con el acceso a la prueba, si vas a una institución de salud pública tendrás que pasar todos los filtros que establece el protocolo para ver si clasificas como candidato a que te hagan el test, si es que hay reactivos para ello.

Si no quieres enfrentar al protocolo administrativo institucional, otra opción es un laboratorio que esté validado por el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos de la Secretaría de Salud.

El personal del laboratorio tiene un riego de trabajo elevado, son hombres y mujeres profesionales que salen temprano de su domicilio con el overol de protección personal y su mascarilla N95, revisan la lista de pacientes a visitar, y llegan al domicilio. Ahí empieza la segunda parte: una bata más, lentes y careta plástica; previo llenado de cuestionario que exigen las autoridades de salud, se procede a tomar la muestra del fluido nasofaríngeo, son dos tomas con hisopos estériles -una especie de cotonetes- cuyas dimensiones permiten introducirse por una fosa nasal hasta el fondo, después, otra muestra de la garganta.

La primera toma representa para muchos pacientes una tortura, y la segunda una invitación al vómito o por lo menos al reflejo nauseoso.

Después del etiquetado de las muestras, se aseguran de manera estéril en un embalaje que mantiene la temperatura adecuada y se envían al laboratorio de referencia donde se procesan y se dan los resultados en un tiempo que varía entre dos y cuatro días.

Antes de la siguiente toma de muestra, se quitan la bata y los guantes, sanitizan su uniforme, guardan en una bolsa especial para residuos infectocontagiosos el material desechable, y se avanza al siguiente domicilio para repetir el proceso.

La industria naviera y las empresas de giros esenciales, están haciendo un diagnóstico oportuno en sus empleados; es parte de ser empresas socialmente responsables.