Por David Uriarte /

Hay hechos o acciones que distraen a la sociedad de los temas centrales para su bienestar. Seguridad, salud, economía, educación, y estado de derecho, son los pilares que sostienen a una sociedad feliz, entendiendo la felicidad como bienestar.

Estar bien es fácil cuando el gobernado vive seguro, sano, con dinero, con estudios mínimos de licenciatura, y tiene a salvo sus garantías individuales, de todo esto es responsable el Gobierno.

Los gobernantes siempre tendrán la amenaza de ser juzgados por una sociedad agraviada que se siente insegura, enferma, pobre, sin educación, y víctimas de una procuración e impartición de justicia lenta.

Una de las estrategias para distraer la conciencia social, son las superficialidades que dan alegría efímera como la verbena, los palenques, las ferias, los negocios del deportes que entretienen a gran parte de la población de todas las edades; todo aquello que concentre la atención temporal para otro lado. Mientras la realidad social sigue su camino manchando de sangre el destino de miles de familias; viviendo el viacrucis de un sistema de Salud público que suma cada vez más actas de defunción, acumulando deudas o quedándole a deber a millones de estómagos; dejando las aulas vacías por ir a buscar el peso, y temerosos de ser extorsionados por quienes los deben de proteger.

Los distractores no resuelven los conflictos de la sociedad, sólo los postergan. De alguna manera sirven de anestésicos ante el dolor moral, se le dedica más tiempo a imaginar cual será el marcador del próximo juego de la Copa Mundial de Fútbol, o a clausurar un restaurante por la gravísima falta que cometieron dos damas bajo la euforia del distractor.

La lógica indica que lo prioritario son las estrategias para promover la seguridad social más allá de los discursos y las buenas intenciones, asegurar el material, equipo, y medicamentos en los hospitales dejando de lado las justificaciones, en tanto no hay justificación que sustituya al medicamento.

Las distracciones siempre han existido, es un modus vivendi de gobierno y gobernados donde nadie gana. Las distracciones desprestigian al gobierno, y mantienen a la sociedad en la indefensión aprendida, gran parte de la población cree y piensa que no hay más opción, la sociedad avanza en una espiral descendente donde seguridad, salud, economía, educación, y estado de derecho: son esperanza.