Por David Uriarte

 

Si el aprendizaje determina en gran medida la conducta, entonces una tarea inconclusa de muchos padres es enseñar a sus hijos a trabajar.

La delincuencia se parece un poco al gobierno, vive de los que trabajan, la diferencia es que el Gobierno legitima sus actos a través de las leyes y el delincuente no, sin embargo, ambos viven del dinero de los que sí trabajan.

Todos los días se comenten delitos en todos los órdenes de gobierno, al margen de su clasificación o categorización, el delincuente siempre lastimará a la sociedad, claro que no es igual un robo a comercio, que un secuestro, extorsión, tortura, u homicidio.

Perder los bienes es una cosa y perder la vida es otra, sin embargo, el tema es la génesis de la delincuencia, ¿Por qué resolver las carencias propias con los bienes de los demás? ¿Dónde aprendió el delincuente a resolver sus carencias con los bienes ajenos?

No se necesita tener un coeficiente intelectual muy alto para deducir que la fábrica de delincuentes es la misma fábrica de virtuosos, íntegros, respetuosos, y honestos.

Así como las células del cuerpo se degeneran hasta terminar en cáncer, así las familias empiezan a degradarse y un bisabuelo violento engendro un abuelo alcohólico, y este un hijo delincuente que a su vez dio origen a un nieto sicario.

Las enseñanzas se desvirtúan cuando el producto del trabajo y el esfuerzo de los padres llega a las manos de los hijos sin obtener ningún compromiso, es decir, de lo único que se encargan es de gastar o disfrutar el esfuerzo de los padres, y después el esfuerzo de los demás.

Si un ciego guía a otro ciego, el destino de ambos es el mismo, un padre respetuoso, honesto, y trabajador que guía bajo estos principios a sus hijos, ambos compartirán el destino del bienestar, la familia correrá la misma suerte y la sociedad será otra.

Nadie puede dar lo que no tiene, por lo tanto, cómo pedirles a los padres que enseñen a sus hijos a trabajar si ellos tampoco lo hacen, los conflictos sociales tienen un componente generacional, se van arrastrando con el tiempo y a veces acentuando o empeorando.

Hay una asociación perversa en la mayoría de los delincuentes; la droga y la conducta delictiva, en otros casos la droga es la forma de pensar, es decir, tienen un cerebro de sociópata que facilita o promueve la conducta criminal.

Padres, primero amen el trabajo y después, enseñen a sus hijos a trabajar.