Por David Uriarte / 

 

Las vacunas no representan una garantía del 100%, es decir, hay vacunados que aun así desarrollan la enfermedad.

La vida en pareja es un camino incierto, simple y sencillamente porque son dos personas con pensamientos dinámicos, no se piensa igual a los 15, que a los 25, o los 45, y menos a los 75 años de edad.

Los pensamientos de los hombres y las mujeres siempre tienen asimetrías en los afectos y en el erotismo, mientras los genes de ambos buscan la reproducción, la razón y la emoción no se reconcilian.

Ellas aprenden a vivir con el instinto maternal mientras ellos viven una paternidad traslucida, pero ellos aprenden o son proclives a una vida erótica y explicita donde la cantidad es significativa para un cerebro inundado de testosterona desde la adolescencia.

Por otra parte, los estrógenos cobran su cuota de placer al seducir al tacto, la mirada, el olfato; y provocando al tacto, el gusto y las fantasías de los hombres cuyo mundo es la saturación del gusto erótico.

Resignarse no es la única opción para funcionar en pareja, hay alternativas tormentosas como creer en el cambio de conducta y pensamiento de la pareja, aguantar las diferencias frustrantes, esperar que llegue la vejez y con ella las disfunciones sexuales…

Esperar que la enfermedad se convierta en el mejor antídoto para la infidelidad, o explotar el miedo a la soledad y permanecer juntos, pero no unidos. También se puede agregar la invocación de la vergüenza social a una vida separada después de haber intentado construir una relación de pareja estable y funcional, que nunca se pudo mantener como tal.

Aceptación no significa masoquismo, significa adaptarse a una realidad que supera la percepción en tanto parte de hechos y no de dichos. Sin embargo, aceptación también es el trampolín que impulsa la conducta de libertad, esto significa que la razón agarrada de la mano de la voluntad, pueden emprender el camino del bienestar más que de la huida cuando se decide por una separación sana.

Aceptar significa en ocasiones darse cuenta de que simple y sencillamente nos equivocamos, aceptar la equivocación puede dar paso a rectificar el camino y re-direccionar la vida. Cuando se acepta, se deja de sufrir.