Por David Uriarte /
Las creencias terminan siendo la alfombra por dónde van los pasos de la conducta humana, entre la creencia y el pensamiento hay una distancia como entre el norte y el sur, creer sin consultar la razón es la causa de múltiples divergencias de la vida cotidiana.
Hacer un ejercicio de abstracción despojándose de dogmatismo o fanatismos, desnudando realidades que esconden las intenciones del ejercicio del poder, es práctica sana que se debe promover.
No son las confrontaciones fundamentalistas las que llevan a buen puerto las relaciones sociales, son el respeto incluso al fanatismo, pero despojados de cualquier emoción placentera o no placentera.
El pensamiento fundado en evidencias soporta discusiones sin rasgar amistades o lazos consanguíneos o de afecto, lograr despojarse del dogma convertido en creencia, es virtud del pensamiento y evidencia de madurez de la corteza prefrontal donde descansan las funciones ejecutivas que hacen o establecen la diferencia entre lo racional y lo irracional.
El arte de la manipulación es eso, un arte, en cambio las ciencias políticas estudian racionalmente el comportamiento social y la raíz de la preferencia o simpatía relativa a los liderazgos legítimos en una sociedad donde la democracia es el terreno fértil del crecimiento y el desarrollo humano.
Vincularse a los liderazgos a través de los resultados de las gestiones del régimen político, cualquiera que este sea, es muestra de la interacción del gobierno y la sociedad, un gobierno que convence y una sociedad que tributa, los empresarios tributan dinero, y los que reciben tributan agradecimiento, es la evidencia del cumplimiento de las expectativas de una sociedad con esperanza.
Casarse con el dogma político llena el vacío propio de aquel o aquellos cuyas creencias se cumplen en la subjetividad de la esperanza realizada, usar el pensamiento crítico de un cerebro sano, es respetar sin emoción las diferencias, aunque sean evidentes, es entender los fenómenos sociales como un marcador de necesidades agudas y eventualmente crónicas inducidas por los gobiernos.
Las mismas creencias juntan a los pares, las creencias generan polarización con aquellos que se atreven a pensar o diferir de las creencias, sin embargo, los que inducen un proceso de pensamiento crítico soportan sin miramientos ni resentimientos a los casados con el dogma político.