Por David Uriarte /
La opinión pública está indigestada de información con datos, estadística, tendencias, monstruosidades, juicios, imprecisiones, falsedades… todo, producto del sesgo informativo, desconocimiento o dolo.
La descripción juiciosa de hechos o dichos se desprende de la imparcialidad, objetividad, y veracidad.
Sinaloa vive la suerte de muchos lugares del mundo, con una población heterogénea, contrastes sociales, una economía siempre carente para muchos y siempre suficiente para pocos, unas políticas públicas bien intencionadas pero insuficientes.
Distracciones mundiales como el conflicto entre Rusia y Ucrania, distracciones nacionales como la casa en Houston, distracciones estatales como el carnaval, distracciones municipales como la búsqueda de juicio político a Estrada Ferreiro.
Mientras la población se desayuna con información noticiosa espectacular, cena sin darse cuenta de la vulnerabilidad de su educación, su salud, su economía y su seguridad.
El ritmo del crecimiento educativo estancado cualitativa y cuantitativamente; si antes de la pandemia la deficiencia del proceso enseñanza-aprendizaje era o estaba carente, hoy existe un retroceso cuyo precio lo pagarán las siguientes generaciones de empleados y empleadores.
El Sistema de Salud es uno y la salud en Sinaloa es otra… en el proceso salud-enfermedad no puede haber vacíos, alguien entra al rescate de la salud y ese alguien es la medicina privada de bajo costo. Las farmacias con consultorio se han multiplicado por la demanda de los enfermos que buscan salud, mientras tanto, siguen las discusiones y los proyectos para unificar el sistema de salud en México.
Con una inflación reconocida de 7.1% se puede entender que la realidad por lo menos la duplica, basta con darse una vuelta por las tiendas o mercados donde se ofertan los productos de la canasta básica para corroborar el hoyo a la economía precaria de la clase trabajadora.
El tema de la seguridad es por demás conocido; todos los días aparecen escenas en distintas partes del país que parecen rodajes de cortometrajes, escenas de llantos detrás de las carrosas fúnebres, gritos de reclamo al gobierno, y desmayos de impotencia antes de sepultar a los seres queridos alcanzados por la ola de violencia.
¡¿Cuál es la noticia?! ¿La que da el gobierno? ¿O la que vive la sociedad día a día y no alcanza un espacio en los medios tradicionales de comunicación o en las redes sociales?