En resumen, ¿Qué paso en Culiacán? Paso que el estrato de la población que tiene relación directa o indirecta con los hijos del ex líder del cartel de Sinaloa, aquellos que encuentran el sustento económico, la manutención de su familia y el respaldo de sentirse protegidos en la realización de actividades ilícitas, de pronto se vieron perdidos ante la posibilidad de perder a su líder, a su cabecilla, a ese que desde la distancia los protege, les ordena, les manda y les brinda poder. Esta última palabra “poder”, ha desatado a lo largo de la historia numerosas disputas -algunas de las cuales han terminado en guerras internacionales-, y en el caso del gobierno de México y los carteles no es la excepción.

 

A cualquiera nos gusta sentirnos poderosas (os) y es que la sensación que produce el poder es gratificante y no es un pecado desearlo o tenerlo, sin embargo, a lo que hay que temer es a lo que somos capaces de hacer como especie humana por preservar el poder, somos la única especie que mata a otros miembros de su especie con lujo de violencia, que planea maléficamente sus actos y que incluso goza de ver el sufrimiento y malestar humano.

 

Los animales, cualesquiera que se nos ocurra, pelean y a veces matan por alimento, pelean y a veces matan por defender un territorio, pelean y a veces matan por establecer su dominio: lo hacen porque biológicamente están programados para actuar así. Pero los seres humanos somos algo más que biología, poseemos un cerebro mucho más evolucionado, una corteza prefrontal que nos convierte en seres capaces de pensar, de tomar decisiones basadas en la reflexión.

 

Somos capaces o deberíamos ser capaces de regular nuestros instintos, nuestras pasiones, nuestras emociones, etc., tenemos un cerebro y debemos usarlo, pero a veces pareciera que no sabemos usarlo. Es muy fácil perecer ante el instinto biológico de supervivencia ante cualquier posible amenaza, cuando esto ocurre el cerebro (al que le pone muy mal el cambio) responde con una serie de bombardeos químicos (sustancias como la adrenalina) que nos predisponen a desarrollar determinadas conductas, el pensamiento y la racionalidad se esfuman y la mente humana queda a merced de lo que los impulsos y emociones del momento dictan.

 

Partiendo de lo anterior tanto el Estado como el grupo armado que protagonizaron el escenario en Culiacán vieron amenazada su sobrevivencia: para los últimos representaba perder el poder, la plaza, el respaldo, sus ingresos económicos, etc., mientras que para el primero significaba quizá impartición de justicia, honor y mantener el Estado de Derecho en estos tiempos donde la credibilidad que las personas tenemos para con el gobierno es escasa. Por otra parte, ambos bandos disputaban el poder, justificado por supuesto por cada uno de manera distinta.

 

En cuanto a la conclusión que se le dio al conflicto, es cuestión de perspectivas, la ciencia afirma que no existe una única realidad, sino que es subjetiva, incluso la física cuántica demuestra que el observador (en este caso, la población de Culiacán y en general del país) afecta a la realidad, es decir, las representaciones mentales como las creencias, ideas, pensamientos respecto a lo que está bien y lo que está mal, determina como vivenció la realidad. El hecho fue uno, las realidades son muchísimas.

 

Por último, las decisiones de la autoridad siempre han sido muy discutibles, sin embargo, las piezas del ajedrez se mueven según las jugadas que vaya haciendo el jugador contrario, y los que estamos apreciando la partida podemos opinar mucho, pero hacer poco o nada por ayudar a nuestro jugador preferido. Sin embargo, podemos aprender de las jugadas; eso es indudable.