Por David Uriarte /
La doble moral en la película “El crimen del padre Amaro”, es el eje de la trama, la contraposición entre lo humano y lo celestial… Lo mismo sucede cuando hablamos de la conducta de las tropas del ejército que juran bandera, ese “acto solemne en que cada individuo de las unidades militares jura obediencia y fidelidad en el servicio de la patria”.
La identidad nacional mexicana construye la idea dogmática de “un soldado en cada hijo te dio”, el himno, el escudo y la bandera nacional son los símbolos patrios de México. Cuando un mexicano escucha en el extranjero el himno nacional, experimenta una serie de cambios fisiológicos que se resumen en “mariposas en el estómago”, esa es la identidad nacional.
Si algo gusta a niños y adultos, es ver el desfile militar, ver la gallardía de sus tropas, las armas, equipamiento y un espíritu patriótico dispuesto a proteger la soberanía nacional, el Ejército representa la opción de salvaguarda y atención a la población en casos de desastre, nadie duda de su adiestramiento, valentía y arrojo, en fin… la sociedad ha construido un lugar privilegiado en su mente y afectos para las fuerzas armadas.
Así como la identidad religiosa sufre descalabros cuando la lascivia y la lujuria se apodera de los representantes de Dios en la tierra, así la identidad nacional sufre descalabros cuando la conducta impropia se apodera de los Generales, cuando la evidencia no deja lugar a dudas de que la transparencia y verticalidad de la conducta castrense no era tal.
El Mando Supremo del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana, corresponde al Presidente de la República, es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Las fuerzas armadas son el poder del poder, nadie les regatea presupuesto, nadie los fiscaliza, nadie los cuestiona; hasta que se caen solos.
“Marcial Maciel, historia de un criminal”, el libro de Carmen Aristegui; general Jesús Héctor Gutiérrez Rebollo, general de división condenado a 40 años, murió en la cárcel; “El crimen del padre Amaro”, película mexicana basada en la novela del escritor portugués Eça de Queirós; general Salvador Cienfuegos Zepeda, detenido por la DEA en Estados Unidos.