Por David Uriarte /

La conciencia es la reina del discernimiento y el juicio sano, se necesita conciencia para afrontar de manera integral los conflictos sociales, no solo impulso o emoción, no se trata de revanchas, se trata del bienestar común, se trata de tener equidad producto de nuestro esfuerzo, es decir, a mayor capacitación mayor responsabilidad y en consecuencia mayor retribución en todos los sentidos.

Se necesita un partido político cuyos miembros y simpatizantes sumen y no resten o polaricen, un partido cuyo liderazgo tenga ojos para todos los mexicanos, un partido plural, abierto a la crítica, un partido con verdadero sentido social y no sectario.

Un candidato que al llegar al poder no se transforme, un candidato sin rencores, un verdadero líder que provoque admiración, credibilidad y respeto, un presidente, no importa como se llame su partido pero que sea incluyente, tal vez lo que menos importa es el nombre del partido y el nombre del presidente, lo que sí importa son sus pensamientos, percepciones, sentimientos, y acciones.

Se necesita que el próximo presidente o presidenta, reconozca la realidad en su justa dimensión, que no se desvíe o distraiga con replicas que no resuelven o reparan los problemas torales de México, que tenga empatía por la verdad y los sentimientos de las víctimas de la violencia e inseguridad, que no se obstine en “tapar el sol con un dedo”, un presidente que diga verdades no importa que lo desprestigien, es mejor el desprestigio de muchas verdades que el prestigio de muchas mentiras.

Los regímenes políticos son oportunidades de crecimiento de la sociedad y prestigio hacia el exterior, por eso, necesitamos una política de suma, de sinergia con los países hermanos en la pobreza, y de simpatía con los países poderosos en la economía, la ciencia, la educación, la tecnología, la educación, y la seguridad.

México necesita mujeres y hombres cuya capacidad política sea la cama donde descansen las esperanzas de todos los mexicanos, por eso, el partido y el gobierno en el poder debe ser la solución y no el problema, la armonía y no la discordia, la suma y no la resta.

Las elecciones presidenciales del 2024 junto con las elecciones concurrentes en México son el reducto de las experiencias y vivencias de una sociedad que, así como es buena para quejarse también debería ser buena para participar.