Por David Uriarte /
No es truco, con poco más del cinco por ciento del total de población mexicana vacunada, ya hay estados cuyo semáforo epidemiológico está en verde y el resto en amarillo, es evidente que la palabra mágica para que la población construyera tranquilidad fue “vacuna”.
No se sabe bien a bien si lo inoculado es agua o verdaderamente un antígeno que genere anticuerpos, es posible que sea un estudio doble ciego donde ni el que aplica la vacuna, ni el que la recibe lo sabe, así se hacen los protocolos de estudio cuando se busca comprobar la verdadera eficacia de un biológico.
En los ensayos clínicos de fase III, son estudios que se realiza para probar si un tratamiento nuevo es seguro y funciona bien comparado con el tratamiento estándar. Por ejemplo, en los ensayos clínicos de fase III, es posible comparar a grupos de pacientes para determinar qué grupo tiene mejores tasas de supervivencia o menos efectos secundarios.
En la mayoría de los casos, los tratamientos pasan a los ensayos clínicos de fase III sólo después de que se logran los objetivos de los ensayos de las fases I y II. En los ensayos clínicos de fase III a veces se incluyen a centenares de personas.
Decirle esto a la población implica un riesgo, es decir, no todas las personas aceptarían participar en un estudio clínico donde el experimento termina probándose en humanos. Lo mejor es venderles la idea que no pasa nada, que la vacuna es la salvación, y que no se desesperen, que a todos les tocará una o dos dependiendo el laboratorio.
Como un milagro, la tormenta de incertidumbre se apaciguó y las olas gigantescas se convirtieron en un remanso de paz y tranquilidad cuando se les dijo a los mexicanos “habrá vacunas para todos”.
La psiconeuroinmunología hizo su aparición, el sólo hecho de sentirse seguro, hace que el sistema inmunológico trabaje a la perfección, el estado de ánimo mejore, el insomnio desaparezca, la ansiedad se esfuma, el complejo mayor de histocompatibilidad hace maravillas y levanta a los soldados dormidos para que luchen y defiendan al organismo.
Mientras el miedo mata por la vía del estrés y el cortisol, la tranquilidad revive por la vía del sistema inmunológico.