Por David Uriarte /

La discreción es una virtud cuando teniendo tanta información y siendo blanco de tantos ataques, la persona se mantiene estoica, con una serenidad histriónica, como si trabajara en un rodaje merecedor del premio Óscar a la mejor actuación.

A veces lo que se ve no corresponde a lo que se piensa, la sociedad presume tener información de primera mano, sin embargo, lo que ve o sabe, sólo es parte de la película, no es la película completa.

En los temas de políticas públicas, especialmente en lo relativo a seguridad, narcotráfico, terrorismo, y violencia, la información privilegiada la conocen pocas personas, la película completa también… sólo los altos mandos tienen información confidencial y un tanto precisa, parte fundamental de una realidad que lastima o beneficia a la sociedad.

Las críticas resultan fáciles cuando la realidad está parcializada, segmentada o vista con la miopía propia de intereses personales, de grupo, o política, a veces desconocer la verdadera dimensión de la realidad; hace que las personas duerman tranquilas, si supieran lo que hay atrás de lo que parece tranquilidad, podrían ser víctimas de un sincope.

Los altos mandos de los gobiernos locales, estatales y federal, son receptores de tanta información sensible, que tienen que optar por el silencio, por no compartir información catastrófica, por mantener el estado de ánimo de sus gobernados lo más estable posible, lejos de la ansiedad al saber lo que informan los sistemas nacionales de inteligencia, incluyendo la inteligencia militar, y naval.

Los temas relacionados con la seguridad nacional como las instalaciones y su función de la Comisión Federal de Electricidad; la Comisión Nacional del Agua con la suficiencia hídrica en las presas tanto para consumo humano como para riego en los campos de cultivo; el espectro aéreo nacional e internacional; la infraestructura en la red de telecomunicaciones, el sistema satelital; el abasto de combustible, entre otras cosas, representan una vigilancia 24/7.

El silencio puede ser la mejor respuesta a los cuestionamientos de los periodistas a las autoridades. Es prácticamente imposible decir la verdad en su justa dimensión, el peso de la misma en temas sensibles podría derrumbar la confianza, infundir miedo y generar un caos social de dimensiones apocalípticas.

El precio de la discreción en los gobernantes, a veces se manifiesta en sus respuestas imprecisas.