Por David Uriarte /

Los campos de concentración nazis fueron producto de una mente enferma y asesina como la de Hitler, la muerte de un estudiante y un seminarista en la ciudad de México la semana pasada también es producto de unas mentes enfermas; los secuestros, extorsiones, asesinatos, violencia y todo aquello que lastima la integridad física o atenta contra la vida o la seguridad pública, proviene de mentes enfermas.

Uno de los problemas de las mentes enfermas es la vehemencia con la que actúan, es decir, ellos están convencidos que así deben ser las cosas.

La razón ajena choca con una mente obsesiva, no hay ojos para ver la diferencia porque una mente enferma no sabe que está enferma, el pensamiento mesiánico se alimenta de las fantasías viables en la percepción de un mundo ideal. Sin embargo, el pueblo gobernado por un gobernante con mente enferma llega a dudar de su enfermedad, incluso llega a pensar que es lo mejor que le puede pasar a un país y su gente, en fin.

No es cosa menor cuando se analiza el tiempo, por ejemplo, a Donald Trump ya lo soportaron casi cuatro años y él quiere reelegirse, no se diga Nicolás Maduro que lleva de 2013 a la fecha gobernando Venezuela, o Vladímir Putin quien desde el año 2000 está frente a la Federación Rusa. La historia reciente demuestra que no se trata del tiempo en el poder, sino de la mente sana o enferma para llevar a los gobernados a un mejor nivel de vida.

¿Cómo tiene Evo Morales a Bolivia, Maduro a Venezuela, Trump a Estados Unidos, Putin a Rusia y López Obrador a México? Al margen de los juicios personales y doctrinas partidistas, la realidad se mide en el bolsillo de cada uno de los habitantes, en la calidad de vida, en los años de educación, y en la infraestructura de salud pública.

No puede haber desarrollo científico y tecnológico bajo la directriz de una mente enferma. ¿Cuántas patentes registra México al año? La respuesta es la realidad de la investigación, ¿cuál es el promedio de años de estudio, de maestros en ciencias y doctores en filosofía?

No es cosa menor analizar con seriedad las posturas ideológicas de los gobernantes cuando sin duda, las decisiones se toman con la mente.