Por David Uriarte /

Al margen del tema a tratar, religioso, político, económico, afectivo, cultural, científico, o filosófico, el respeto debe imperar como muestra de estabilidad emocional y puente entre las diferencias de cualquier tipo.

Se puede estar en desacuerdo, incluso creer u opinar de manera opuesta, sin embargo, nada justifica denostar, insultar, agredir, atacar, violentar, ofender, injuriar, calumniar, o difamar a otra persona.

Una cosa es equivocarse en la valoración de algún dicho o hecho, y otra cosa es imprimirle cierto grado de dolo al comentario, buscando con esto el desprestigio o descredito de la o las personas aludidas.

Puede no gustar la forma o estilo de gobernar de la autoridad municipal, estatal o federal, eso no implica o da derecho a faltarle al respeto, cuando esto sucede surgen muchas preguntas, entre ellas ¿Cuál es la motivación para romper la cordialidad en la comunicación y la información? ¿El que escribe se siente aludido o responde a otras motivaciones?

En fin, surgen preguntas, conjeturas, hipótesis, y pensamientos alrededor de la reacción irrespetuosa.

Cuando se trata de conductas que representan faltas administrativas o constituyen delitos, los ayuntamientos y sus tribunales o las fiscalías pondrán ante el poder judicial a los responsables, pero dar a conocer puntos de vista o juicios de valor relacionados con los actores, directivos o responsables de instituciones educativas, de gobierno, o representaciones políticas, como un traje a la medida de aquel o aquellos cuyas motivaciones se derivan de diferencias en el ejercicio del poder, es abaratar el diálogo y hacer ruido para no escuchar la verdad.

En la guerra y en el amor todo se vale, así reza el refrán, sin embargo, no se puede convertir el diálogo y el intercambio de ideas u opiniones en un campo de batalla donde la descalificación y la falta de respeto masacren lo valioso de la libertad: las diferencias.

Pensar diferente es producto de las percepciones individuales, respetar las diferencias de pensamiento es producto del control de los impulsos, de una estabilidad emocional que debe prevalecer ante acciones u omisiones ajenas.

Para la Real Academia Española, respeto significa: miramiento excesivo hacia la opinión ajena, antepuesto a los dictados de la moral estricta; acatamiento que se hace a alguien, miramiento, consideración, deferencia… En fin, el respeto garantiza un puente entre las diferencias.