Por David Uriarte /

A pesar de las precauciones tomadas para protegerse del contagio del coronavirus, algunos empleados del Ayuntamiento de Culiacán se enfermaron.

Desde el mes de marzo, el Presidente Municipal giró instrucciones para que todo el personal con factores de riesgo (embarazadas, hipertensos, diabéticos, obesos, o con enfermedades que comprometen el sistema inmunológico), se mantuviera en aislamiento domiciliario.

En los poco más de 100 días de la pandemia en México, el virus no ha respetado clase o estatus social, ideología política o religiosa; igual jóvenes que adultos, ensañándose más con los de mayor edad o aquellos con enfermedades previas. Ricos y pobres han sucumbido a la guadaña del SARS-CoV-2, pero también ricos y pobres lo han vencido.

Los trabajadores del Ayuntamiento de Culiacán no han sido la excepción, como tampoco lo han sido los trabajadores del Gobierno del Estado, los trabajadores del sector salud, o cualquier persona que se expone al virus trabaje o no.

Al día de hoy, 389 trabajadores del Ayuntamiento de Culiacán, entre sospechosos y confirmados, son la estadística indeseable de la temible y mortal enfermedad viral.

La cifra más elevada de pacientes confirmados hasta el momento, corresponde a la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal con 93 enfermos, en la Junta de Agua Potable y Alcantarillado se han confirmado 41 enfermos, los demás enfermos se distribuyen entre las 56 oficinas representativas del Ayuntamiento.

No se sabe si por “codos” o por precavidos, en la Tesorería y en la Dirección de Egresos, no hay personal en aislamiento, ni sospechosos, ni confirmados; obviamente ni recuperados, ni enfermos, ni fallecidos.

Si bien es cierto que la mortalidad en los trabajadores del Ayuntamiento es mínima, siempre será lamentable ya que las personas enfermas que fallecen no deben ser vistas sólo como número, son casos que nos recuerdan lo endeble de la vida ante fenómenos de contingencia sanitaria.

La promoción de la salud y la protección específica siguen siendo lo más importante en materia de salud pública. Es mejor un gramo de prevención que un kilo de curación.