Por David Uriarte /

Situación social de la persona que no posee otros ingresos para vivir que los que le proporcionan las limosnas, esta es la definición de mendicidad.

La explotación de las personas, niños y adultos por parte de los delincuentes que los obligan a la mendicidad, es otra cosa.

Las escenas citadinas y rurales de personas en condición de calle como ejemplo de mendicidad, es resultado o evidencia de la descomposición sociofamiliar. Ninguna persona en situación de calle nació así, todas son producto de condiciones familiares donde la enfermedad mental y la pobreza, han hecho un maridaje perfecto para producir mendicidad.

La pobreza y la migración hablan del desarrollo de un país, un país que expulsa diariamente a sus habitantes rumbo a los países ricos es un país pobre, hasta ahí, es fácil de entender, lo complicado para el entendimiento y la inteligencia, surge cuando los gobiernos de esos países con altos índices de pobreza critican a los países ricos que son precisamente quienes les dan trabajo, techo y comida a sus compatriotas.

La enfermedad mental no se circunscribe únicamente a la locura como tal, el trastorno del juicio prevalece en muchas condiciones mentales que afectan la cognición, las emociones, los impulsos, y la vida social. Pensar cosas que no van a suceder o fantasear con la suerte como constructora del destino, es parte de las mentes obnubiladas, origen de una vida limitada en la socialización y de alguna manera condenada a la pobreza y eventualmente a la mendicidad.

En la actualidad, la ayuda psicológica forma parte de la canasta básica, los vacíos existenciales, la infancia con apegos excesivos o con ausencia de figuras de afecto, la sobreprotección, el maltrato infantil, los rechazos, el abandono, los abusos físicos, sexuales, y emocionales, configuran un menú de carencias que tendrán una expresión o una configuración en la estructura del pensamiento que a veces tendrá que salirse de la realidad para soportar un pasado catastrófico.

La salud mental es condición importante y fundamental para una vida feliz y productiva, la salud mental construye las estrategias de bienestar personal y familiar; en cambio, la enfermedad mental hace todo lo contrario, cuando el pensamiento se sale de las vías de la realidad y supone cosas inviables, la pobreza es el primer acompañante, si esto persiste, la mendicidad se asoma.