DePor David Uriarte /

Los días de reconocimiento, saludo, y felicitaciones a los profesionistas, es el mejor pretexto para que sepan o recuerden que tienen un lugar y un espacio en la mente del colectivo social. Un recuerdo y agradecimiento cuando la atención oportuna y eficaz curó, limitó o evitó consecuencias catastróficas como la muerte o la pérdida de un órgano.

La profesión médica se desempeña en un telar de vivencias o un espectro tan amplio como amplias son las manifestaciones clínicas de los enfermos, signos, síntomas y mezclas de percepciones particulares de cada persona.

Tan importante es el cardiólogo, como el neurocirujano, el dermatólogo, el especialista en medicina crítica, o el médico general que contiene ocho de cada diez pacientes en su consulta diaria.

La medicina ha evolucionado a tal grado que si no se tiene cuidado se puede deshumanizar y convertirse en un arte frío de tratar padecimientos, olvidando la esencia de la medicina humana de este y todos los siglos.

Muchos pacientes lo que necesitan es que los escuchen, que los orienten, que los eduquen; requieren información, a veces promoción de la salud, a veces consejería y eventualmente tratamientos específicos y oportunos para restablecer la salud.

La medicina se vuelve ciencia cuando se investiga y arte cuando se practica… Lo más importante en la relación médico-paciente, es la empatía, la conexión entre lo que piensa y siente el enfermo con lo que piensa y siente el médico.

Entender al enfermo desde su perspectiva es el primer peldaño de la escalera que conduce a recobrar la salud, muchos enfermos lo que requieren es ser tomados en cuenta, dejar de ser invisibles al sufrimiento crónico que a veces experimentan.

La práctica médica requiere vocación y habilidad: vocación para ver el trabajo como parte de la vida personal; habilidad para resolver desde la ciencia y no desde la ocurrencia o el empirismo. La conjunción de vocación y habilidad hacen de la práctica médica la autorrealización y el éxito profesional.

Las personas no son huesos y músculos enfermos, son emociones, sentimientos, dolores, sufrimientos, desesperanzas, y una suma de subjetividades que hay que articular con una mirada empática y un mensaje de esperanza envuelto en la receta de la ciencia.

Hoy y siempre, los mejores deseos para los profesionales de la salud, una profesión que requiere vocación.

¡Felicidades!