Por David Uriarte /

Si las matemáticas cumplen su promesa, y la estadística es cierta como lo es, entonces la era de la orfandad ya empezó. En la consulta médica y psicológica ya tenemos casos de duelo por orfandad o pérdida; no son huérfanos de otras partes, son huérfanos sinaloenses, huérfanos de Culiacán… niños, adolescentes y adultos que en estos días han perdido a sus padres, tíos, o abuelos por neumonías atípicas o por COVID-19, en los casos que alcanzaron a corroborar el diagnostico por la prueba de PCR, siglas en inglés de “Reacción en Cadena de la Polimerasa”.

Entre la incredulidad, la negligencia, la ignorancia, y los factores de riesgo, el aguijón de la muerte acecha. Más temprano que tarde la fase tres nos alcanzó, es la etapa de mayor contagio. Es el periodo de máxima transmisión del virus, es la de máximos casos por día; es cuando se van a saturar los servicios de salud, falta de camas, falta de insumos, falta de equipo como respiradores, personal sanitario contaminado e incapacitado, la profecía de caos sanitario.

Ya se reunieron las empresas funerarias con la Comisión Estatal de Protección contra Riesgos Sanitarios de Sinaloa (Coepriss), para analizar los lineamientos y disposición final del cadáver por Covid-19 o sospecha de coronavirus. Los huérfanos o parientes de las víctimas de la enfermedad cuya letalidad es alta en ciertos pacientes, experimentan doble perdida, la muerte del ser querido, y la incapacidad para poder velarlo y darle cristiana sepultura.

Hoy por indicaciones de las autoridades de salud, tendrán que ser incinerados y no habrá velorio, en algunos estados se utiliza la modalidad de velación virtual, es decir, se deposita la urna con las cenizas en la sala funeraria, y de manera virtual se conectan los deudos desde sus dispositivos electrónicos como una muestra de solidaridad y despedida a las cenizas mortales.

Por lo rápido de la evolución de la enfermedad, muchas familias no pensaron que alguno de sus integrantes iba enfermar, mucho menos se prepararon para un desenlace fatal, hoy los huérfanos y familiares están en la primera etapa del duelo: la negación. La salud mental se afecta ante lo irreparable.