Por David Uriarte /

La imagen corresponde a cientos de habitantes de la capital del estado de Sinaloa. Están haciendo fila porque caen en el segundo de los supuestos de la leyenda: QUIEN PUEDA DEJE, QUIEN NO PUEDA AGARRE.

La economía de Culiacán tiene un lugar privilegiado en los índices de ingreso per cápita en el mundo; Culiacán en su momento fue el paraíso para las agencias distribuidoras de automóviles, sin embargo, en menos de dos meses, Culiacán exhibe la fila del hambre producto de la pobreza galopante derivada de la contingencia sanitaria por el COVID-19.

Los albañiles, cargadores, meseros, carpinteros, plomeros, electricistas, pintores, lustradores de calzado, comerciantes informales, y los que dependen del salario diario sin prestaciones sociales, están igual que los pequeños empresarios cuyas deudas ya son una pesadilla.

Una cosa es la pobreza donde sólo alcanza para lo básico; comida, vestido y techo… y otra cosa el hambre producto de una pobreza extrema.

Cuando la fila del hambre se pone densa, es un indicador potencial de violencia social, es el cráter de una posible erupción de las necesidades básicas como la alimentación. La fila de la pobreza está condensando la fila del hambre, así como se pretende instalar hospitales móviles, o centros de atención médica como los usados en las guerras, así también se necesita instalar comedores comunitarios que logren mitigar el hambre de miles de familias desamparadas por la recesión económica traducida en pobreza domiciliaria.

La imaginación y la lógica empujan un pensamiento obvio: si además del hambre activada por la pobreza extrema, estas familias se enferman, entonces las cosas se complican más, la saturación de la infraestructura médica y hospitalaria colapsará más rápido.

Hablar de Culiacán es hablar de agricultura y mujeres bellas, los agricultores están asustados, y las mujeres bellas preocupadas por sus familias, con el resguardo domiciliario.

Las alacenas empiezan a quedarse vacías, el consumo de gas doméstico y agua potable aumentan, las reservas económicas en sequía, las deudas al alza, la ansiedad y la depresión al alza. QUIEN PUEDA DEJE.