Por David Uriarte / 

Los únicos seres en el planeta tierra con capacidad de imaginación son los humanos. En el plano político la imaginación es un tobogán con destinos fantasiosos y temerarios, a veces acertados. Lo único que puede expresar el autor de la historia es admiración, coraje o carcajadas, cuando escucha o se da cuenta de la imaginación de propios y extraños.

En cada viaje o reunión de un gobernante, la imaginación de la sociedad crítica se da un festín, se nutre de fantasías sin límite y da vuelo a ideas y creencias raras, extrañas, y a veces incriminatorias. Cuando no se tiene acceso a la información de primera mano o no se es testigo del hecho o el dicho, la imaginación disfrazada de lógica y sentido común toma la dirección de la pluma o la lengua.

El autor o protagonista de la historia se puede sentir admirado ante la certeza de la imaginación del que escribe o dice, también puede experimentar cierto grado de coraje ante las afirmaciones que además de no ser precisas o ciertas, lo difaman a él, a su gobierno o a su familia. La otra opción de un gobernante ante la imaginación fecunda de muchos analistas es la risa o carcajada producto del contraste de la realidad y la ocurrencia.

Cuando alguien dice que el Gobernador va a entregar la plaza refiriéndose a un supuesto acuerdo entre él y el Presidente, eso es producto de la imaginación o la certeza. Si es lo primero, el contenido de su pensamiento es prolijo; si es lo segundo, está dando la nota o informando con toda veracidad un hecho o dicho.

Cuando no se tiene la certeza o no se cuenta con la evidencia, la imaginación es la alternativa para no quedarse callado o presumir la capacidad de análisis, sin embargo, a veces el análisis es producto de información falsa, sospechas fundadas o infundadas, o simples percepciones filtradas por un cerebro bueno para expresar fantasías cuando no hay intención perversa o bondadosa.

La imaginación de lo que no se tiene cuando de información política se trata, son los cimientos de una postura teórica endeble, aunque se defienda con pasión. Cuando no se tiene la certidumbre de los acuerdos o posturas partidistas, de grupos o gobierno, la imaginación puede más que informar; confundir.