Por David Uriarte / 

En el argot político se dice “patear el bote”, cuando en vez de resolver algo, sobre todo temas de repercusión social, se posterga para administraciones o gobiernos venideros. La municipalización de Eldorado es una intención política que data del siglo pasado, hoy se retoma el tema cono se ha venido haciendo por lo menos en los últimos treinta años.

Cuando a Toledo Corro se le pregunto veinte años después de la municipalización de Navolato, ¿Volvería a promover esa municipalización? La respuesta fue contundente: NO.

Un análisis de factibilidad técnica y económica para determinar la pertinencia de la creación del Municipio Eldorado, en Sinaloa, determina que Culiacán perdería el 25% de su territorio rural y el 95% de su zona costera.

La parte económica es la medula del posible conflicto de viabilidad y pertinencia, es decir, mientras esta sindicatura con aspiraciones a municipio aporta en promedio 97 millones, gasta o se le invierten anualmente 566 millones de pesos.

Con cinco mil claves catastrales, la sindicatura aporta en promedio 35 millones de pesos anuales, el asunto en este rubro es la eficiencia recaudatoria que no supera el 10%. El costo de la seguridad pública y tránsito, los regidores, las obras públicas, el agua potable, el DIF, y otras instancias burocráticas municipales y paramunicipales, tiene costo, nada es gratis.

En la sindicatura de Eldorado se mantienen o se le paga a un promedio de 170 empleados, sin embargo, hay que separar la operatividad de la sindicatura y las aspiraciones legítimas de aquellos que aspiran a formar parte del primer cabildo del tan soñado municipio de Eldorado, Sinaloa.

Es posible que Eldorado se convierta en municipio, por supuesto que sí, ¿Es viable y pertinente? Esa es otra cosa, cuya respuesta depende de los estudios técnicos y económicos.

El mejor ejemplo de que se puede municipalizar la sindicatura de Eldorado es Oaxaca, en ese estado hay 570 municipios, es el Estado que tiene el primer lugar nacional en número de municipios. Para nadie es sorpresa que algunos de los presidentes municipales de Oaxaca, andan trabajando de jornaleros en el valle de Culiacán. Los números son fríos, las pasiones: calientes.