Por David Uriarte /
Así como la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) y la Administración de Control de Drogas (DEA) son reconocidas mundialmente por sus trabajos y encargos específicos, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA, busca talentos extraordinarios: personas fuera de serie, cerebros cuya inteligencia rebase el promedio y puedan encargarse del dominio del espacio aéreo y de muchas cosas más que mantienen a la humanidad a la expectativa.
Si la NASA busca humanos talentosos, puede encontrarlos en diversas partes, en muchos lugares, donde menos se imagina. En México pueden estar en los Sanborns, los VIPS o en cualquier restaurante con cafetería que tenga refill (rellenar). Ahí, generalmente, se refugian expertos en muchos temas, especialmente en política, administración pública, política partidista, conducta social y marketing.
En fin, cerebros desperdiciados, analistas del pasado, del presente y del futuro de casi todo. A estas personas son a las que las anda buscando la NASA.
Desde el supuesto, la elucubración, la imaginación y la fantasía, todo resulta posible. Es fácil dibujar escenarios de todo tipo: imaginar que México será parte de los Estados Unidos, pensar que Nuevo León se independizará económicamente de la federación, y del régimen político actual ni se diga… ni Nostradamus predijo con tanta exactitud lo que ocurriría como estos talentosos visionarios y analistas.
Si se trata de predicciones tenebrosas, Fouché se queda corto. Ellos saben, se imaginan o inventan quién le pone o pondrá “zancadilla” a la Presidenta y a los protagonistas de la política nacional. Cuando no sucede, guardan silencio; y cuando la nota o noticia se refiere a hechos, actitudes o prácticas parecidas a sus presagios, entonces esbozan una sonrisa acompañada de la frase lapidaria a los incrédulos de sus dichos: “te lo dije”.
Por esto y otras cosas más, resulta posible que la NASA busque a estos talentos desperdiciados. A veces, una de sus características es “la mecha corta”: el coraje, la ira o el impulso que nubla la razón y se convierte en trastorno del juicio, lo que los lleva a abandonar toda relación interpersonal con quienes se atreven a dudar de ellos.















