Por David Uriarte

 

El partido político que más ha gobernado en México es el Revolucionario Institucional (PRI). Sin duda la leyenda en el mundo boxístico se llama Julio César Chávez. El PRI y Julio César Chávez tienen muchos parecidos, el PRI fue con mucho en el siglo pasado la maquinaria pesada del sistema político mexicano; Julio César Chávez es el ícono del boxeo del siglo pasado. Al PRI se le olvidó que hay algo que se llama tiempo; a Julio César también.

El PRI se hizo adicto al poder; Julio César a los psicotrópicos. El PRI sufre por sus excesos y traiciones; Julio César también. El PRI perdió poderío económico y político; Julio César también. El PRI se confió y no construyó reservas de ningún tipo; Julio Cesar también.

El PRI trata de reivindicarse, hace cosas buenas, pero pocos le creen; Julio César también. El PRI tuvo muchos amigos ricos, empresarios, gobernadores, presidentes, seguidores, aduladores, que hoy lo desconocen; Julio César también. Sin duda hay cosas buenas que hizo el PRI, pero pocos las recuerdan; Julio César también ayudó en su momento a muchas personas que hoy nadie recuerda.

El PRI llegó a ser el partido invencible; Julio César también. En el momento de mayor confianza y seguridad política, el PRI se desmoronó; Julio Cesar se derrumbó del pedestal boxístico cuando nadie lo esperaba. En el intento de regresar por el poder y la gloria política, el PRI se vio envejecido y anquilosado; lo mismo le pasó a Julio César.

Los priistas no se cansan de recordar los tiempos de gloria, poder, y control político, hablan de estrategias, hablan de lo que saben; Julio César sigue recordando sus tiempos, es comentarista y experto del cuadrilátero en una cadena televisiva nacional e internacional.

Los partidos satélites del PRI nunca han podido despuntar y convertirse en una alternativa igual o mejor; los hijos de Julio César tampoco han sido las mejores réplicas de lo que fue su padre.

Los líderes del PRI quisieran regresar el tiempo y aprovechar la mina de oro que tuvieron en sus manos; Julio César también. Al PRI se le dificulta reconocer al partido en el poder; a Julio César se le dificulta reconocer las nuevas leyendas del cuadrilátero.