Por David Uriarte /
Gran parte de las personas mayores de edad, sacan su credencial de elector sólo como un documento oficial, como un documento que formas parte de los requisitos para una serie de trámites legales, se olvidan de que la función primordial del documento es el derecho a ejercer el voto.
Hay quienes afirman de manera contundente ¡no me gusta la política! Otros simplemente están decepcionados de los políticos, y otros son indiferentes a la política, los políticos, y lo político, pero hay una franja de población que son fanáticos de la política, desayunan, comen y cenan política.
Una cosa es la política partidista y otra la política participativa, en la democracia la diversidad es la regla, es válido pensar diferente, lo que no es aplaudible es la indiferencia en cualquier proceso democrático sellado por las decisiones de la población en las urnas.
Muchos de los que se quejan de los partidos políticos y de los políticos, no acuden a votar, son buenos para criticar y malos para cumplir con su derecho cívico de ejercer su voluntad en las urnas, se vale no ser fanático o activista de la política, lo que no se vale es convertirse en una persona critica que sistemáticamente se está quejando de las decisiones del gobierno o de las decisiones de los representantes populares en los Congresos en o en el Senado.
Para tener la voz completa lo menos que se necesita en el tema de la política, es acudir a las urnas el día de las elecciones, no se trata de criticar o juzgar, mucho menos de convertir en religión las propuestas de los distintos actores políticos, o registrarse en algún partido político, de lo que se trata es de cumplir con el derecho de elegir libremente a los representantes y gobernantes.
Hay una comunicación o relación estrecha entre las decisiones en las urnas y la vida social, es decir, las leyes, normas, y condiciones que afectan y rigen la conducta social, son elaboradas por los legisladores que una parte reducida de la sociedad elige con su voto, lo mismo ocurre con los gobernantes, presidentes municipales, gobernadores y presidentes, la única manera de tener un gobernante en México, es con el voto ciudadano, no existe otro camino.
Tienes derecho a que no te guste la política, pero también tienes el derecho a votar, a ejercer tu voluntad en los mismos términos que ejerces tu critica o tu coraje por las condiciones de vida social.
La indiferencia es el verdadero enemigo de la democracia.