Por David Uriarte /

 

Las formas de seducir a un hombre y las formas de seducir a una mujer pueden ser más que distintas, polares.

En un extremo está la parte erótica y en otra la parte afectiva, no se puede afirmar que siempre los hombres privilegian el erotismo como tampoco se puede afirmar que las mujeres siempre privilegian el afecto.

Poco a poco, los roles se han traslapado y hoy es frecuente encontrar mujeres que van por el placer erótico, y hombres que van por el afecto en la relación de pareja.

La idea romántica de una mujer puede ser el buen trato, las palabras amorosas, las caricias suaves, una cama llena de pétalos, el vino tinto o espumoso; la media luz, la música de fondo, la aromaterapia, y la ropa diminuta y sugerente.

En cambio, el cerebro masculino lleno de testosterona, lleno de ideas falocráticas donde precisamente la conquista fálica consiste en atravesar a su presa, dejar la semilla instintiva de la reproducción de la especie; dejarla rendida de placer y extraer la sabia de su juventud por la vías visuales, gustativas, y táctiles; estas son las representaciones masculinas de un encuentro seductor.

En el acercamiento seductor de la pareja heterosexual, los significados son los que marcan la pauta en las expectativas placenteras, es decir, que espera ella de él y que espera él de ella eróticamente.

Los hombres en general son muy prácticos, y las mujeres en general son más complejas… Complejas no significan difíciles, significa diferentes, necesitadas de atención, detalles, romanticismo, con la seguridad de un vínculo afectivo que ellas llaman amor y apego.

A veces, la practicidad de los hombres en el terreno erótico, arruina la magia que ellas necesitan, el toque significativo de una representación amorosa y después sexual.

Ellos van por la posesión, la propiedad, el dominio, la inmediatez, el control copulativo donde la eyaculación es más importante que el romanticismo; por eso pueden despedazar las esperanzas románticas de una mujer.

A los hombres les seduce una piel tersa, un cuerpo proporcionado, una juventud emocional y la seguridad de pertenencia; aunque lo nieguen. La seducción erótica de los hombres al final es superada por la compañía y el compromiso.