Por David Uriarte /
A veces, el patrón hace como que paga y el empleado como que trabaja, el maestro como que enseña y el alumno como que estudia, el gobierno como que informa y la sociedad como que cree.
Esta relación de poder, marca rumbos distintos, mientras el gobierno quiere construir una imagen integra, robusta, sólida, vertical, inmaculada… la sociedad construye su propia percepción, basada en información de primera mano; nunca falta el vecino, el pariente, las redes sociales que distribuyen información mucho antes que los medios formales o incluso que el propio gobierno, esto ni es bueno ni es malo, simplemente, es.
Hace años, la sociedad se enteró de conductas oficiales o institucionales que estaban relacionadas con la famosa “ley fuga”, esto consistía en no perder oportunidad para silenciar o como se dice en estos días ‘renunciar’ a las personas de conducta delictiva, argumentando que fallecieron en un enfrentamiento.
A veces de un mismo hecho, corren distintas versiones, muchas se desprenden de testigos presenciales, pero siempre la versión que hay que esperar es la oficial, aunque puede ser contradictoria, es la que vale; por eso surgen las interrogantes ¿Qué tanto cree la sociedad? El número de homicidios ¿Corresponde a la realidad? El número de vehículos robados ¿Corresponde a la realidad? El número de domicilios balaceados, incendiados, vandalizados ¿Corresponde a la realidad? Escondiendo la realidad ¿Ésta cambia?
La imagen de cualquier gobernante es importante para el partido que lo postuló, es la carta de presentación, por eso, los triunfos se deben magnificar, por lo menos darlos a conocer para que la sociedad también construya una percepción positiva se su gobierno y su gobernante.
Los triunfos deportivos, la promoción cultural, los estudiantes brillantes, los académicos distinguidos, en fin, todas las expresiones donde el talento resalte las virtudes de una sociedad deben socializarse, sin embargo, cuando un alumno sobresaliente trae medallas y triunfos a su estado, los medios informativos reservan una nota reducida, la difusión se vuelve difuminada, y su alcance mediático estrecho. Pero tratándose de nota roja, videos, fotos, escenas, no importa la hora, empiezan a circular en redes haciendo de ésta un verdadero posicionamiento en la conciencia colectiva.
¿Qué tanto cree la sociedad? Depende del informante.