Por David Uriarte /
Los edificios majestuosos lo son por el respeto a la naturaleza y con ello a la física, y así podemos enumerar una serie de fenómenos cuyos ejemplos son un monumento al respeto.
La ciencia demuestra los linderos del respeto como los grados de tolerancia para estar en un percentil o en otro, es decir, en el confort de la norma o en el extremo de la misma.
En palabras claras, el respeto es más que una abstracción de la razón, es la póliza de seguro para transitar en la vida evitando el siniestro o el evento catastrófico que arruine lo más preciado que tiene el humano: la vida, la seguridad y la tranquilidad.
Si se traslada el concepto o definición de respeto a las diversas clasificaciones o categorías de relaciones humanas (ya sea la vida familiar, laboral, académica o política) a cualquier actividad donde la vida de relación es la constante, el respeto asegura la convivencia y el desarrollo personal y colectivo sano.
En el caso específico de las contiendas o competencias político-electorales, el respeto es la columna de soporte civilizado o el muro de carga y contención de los vaivenes pasionales, incluso la razón se doblega al respeto como el caudal al declive.
Talento y juicio se necesitan para tomar un respiro y enseguida sacar la espada del respeto; la actitud de respeto es signo de madurez emocional, control de los impulsos, y discernimiento de las motivaciones propias y ajenas. Perder los estribos o aún más, construir o asumir conductas dolosas, describe a la persona y su estirpe.
Es cierto que las motivaciones políticas son distintas y a veces enmascaradas, sin embargo, el respeto a la voluntad ajena a pesar de ir en contra de una lógica personal o partidista, merece respeto; mientras no se configure delito o transgresión de la norma jurídica, las voluntades y conductas deben ser respetadas.
Las decisiones políticas basadas en el respeto siempre serán muestra de inteligencia, por lo tanto, un pueblo entre más respetuoso más inteligente.
La barbarie retrata la verdadera naturaleza de la persona y sus actos, la reflexión sólo se da en una persona inteligente y respetuosa en cualquier ámbito de la vida. Siempre, pero en procesos electorales, el respeto es el mejor árbitro.