Por David Uriarte /
Hay cirugías que rejuvenecen el rostro, lo que no hay, son cirugías que modifiquen la conciencia personal y social.
El humano vive una dinámica intransferible, es dueño de sus sensaciones y construye percepciones que se pueden transformar en ilusiones o alucinaciones, si no escucha la conciencia de la realidad ‘real’, ¿por qué realidad ‘real’? Porque la realidad construida es una cosa y la realidad real es otra; cuando se construye una realidad a partir de los intereses o aplausos de la cohorte, la realidad real se extingue y se vive de ilusiones que confunden la mente, se piensa que el brillo del momento será eterno, que los que están al otro lado del escritorio y de las decisiones siempre estarán como una escena fija.
La dinámica del tiempo envejece cualquier proceso incluyendo las ilusiones. Sólo los pensamientos y las creencias se pueden resistir al tiempo, así se construyen realidades transformadas en espejismos, estas personas se obsesionan y no escuchan los pensamientos diferentes a sus creencias, sostienen que el pasado es el presente y repiten la misma estrategia obviamente con resultados diferentes y catastróficos.
Los rostros que veremos en las boletas electorales del próximo años, serán de dos tipos: los deformados por el pasado político, y los admirados por el presente político. Las deformaciones serán producto de las evidencias en el desempeño político pasado, y las admiraciones por el desempeño político reciente o por la incredulidad de estar participando en algo que ni siquiera imaginó.
Los rostros que se tomarán la foto para estar preparados en la contienda electoral que se avecina, reflejan aspiraciones legítimas, pero también, una historia conocida por ellos o por muy pocos, o una historia conocida por todos, menos por ellos.
Bajo cualquier esquema político, el pasado representa una palanca de empuje o retroceso, es decir, lo que se hizo será el contraste contra lo que se esperaba, la diferencia es el dividendo de su rentabilidad política.
Las críticas en el pasado proceso electoral del 2018, se referían a los rostros nuevos, a la inexperiencia propia de un aspirante que sólo traía ilusiones y esperanza de cambio; ése fue el éxito.