Por David Uriarte /

Se da por descontado que el reservorio para disfrutar la salud, la libertad, y la riqueza; es la vida, lo mismo ocurre con la enfermedad, la prisión o esclavitud, y la pobreza. 

Quienes padecen enfermedades terminales o están condenados a vivir bajo la sentencia de una enfermedad incurable, valoran y dimensionan la salud. 

Las personas privadas de su libertad, cuya sentencia los remite a vivir en prisión hasta después de los ochenta años de edad, o están condenados a morir en prisión, de poco les sirve tener mucho dinero o gozar de buena salud física. 

Tener libertad y salud son condiciones invaluables y deseables para muchos, quienes viven en pobreza extrema, aunque tengan salud y gocen de su libertad, pueden pensar que la peor maldición que les tocó vivir es la estrechez económica, una pobreza extrema que no les permite asegurar lo básico que es su alimentación, la desnutrición puede producir enfermedades mentales transitorias o definitivas. 

Son muchas las variables que componen la armonía en la vida, entre ellas la pareja, los hijos, las mascotas, el deporte, la familia en general, las relaciones de amistad, el sentimiento de ser persona productiva, el sentimiento de pertenencia o de tener vínculos afectivos, en fin, el aderezo del platillo fuerte que es la salud, la libertad y persona. 

En la búsqueda de asegurar una economía sana, a veces se pierde la salud, se termina teniendo mucho dinero, el suficiente para sobrevivir sin trabajar, pero la enfermedad puede ser el ladrón que te quita la tranquilidad y tu dinero. 

Muchos jubilados y pensionados, creyeron dejar para las últimas décadas de sus vidas el disfrute de la misma, y lo que encontraron fue la muerte súbita y repentina por un infarto del corazón o derrame cerebral. 

Los que contaron con más suerte, hoy viven con las secuelas de las enfermedades que los mantuvieron al borde de la muerte y agotaron sus ahorros, y a veces hasta se desprendieron de los bienes que con tanto esfuerzo acumularon en su vida económicamente activa. 

Esperar la muerte es tarea que se hace sola, consciente o inconsciente, la vida se extingue, años más o años menos, mientras esto sucede, se puede resumir que, la salud física y mental, es condición humana que estadísticamente se puede modificar con inteligencia y dinero.