Por David Uriarte

Sinaloa siempre está en los primeros diez lugares de cualquier actividad o cosa. Todo aquello que sea medible o tenga un instrumento de medición, puede estar en los marcadores nacionales e internacionales con la marca de la casa, los sinaloenses tienen genes cuya mezcla produce individuos temerarios.

Las pizarras internacionales siempre tienen invitados sinaloenses que enorgullecen o avergüenzan a cualquiera, sin embargo, la presencia en el ‘top ten’ está asegurada.

En el deporte Sinaloa mantiene en la lista a los mejores, en la exportación de hortalizas Sinaloa tiene un reconocimiento mundial, en la farándula ha dejado su marca, en la política también y en el rubro que no se puede esconder Sinaloa se mantiene con la banderilla distintiva desde hace décadas… Libros, películas, series, cortometrajes, canciones, corridos, novelas e inspiración de historias e historietas míticas relacionadas con actividades vinculadas al narcotráfico, personajes que han pasado a la historia como un referente de lo que no se debe hacer, cuyo ingenio deja perplejo a cualquier científico.

Por si faltara poco, Sinaloa se pinta de rojo en la contingencia sanitaria, la abundancia y los excesos parecen ser la vocación de los sinaloenses, el tráfico vehicular es abundante y denso; la asistencia a centros comerciales, restaurantes y lugares de diversión retan al virus pandémico y los hospitales públicos y privados se saturan con enfermos que dejan el último suspiro como precio de su comportamiento.

El número de enfermos y muertos en Sinaloa se registra en el ‘top ten’ de la estadística epidemiológica nacional, la amenaza del virus muchos sinaloenses la toman como un reto a vencer, jóvenes y no tan jóvenes eufóricos por el uso del alcohol y otros psicotrópicos, se trastornan pensando o alucinando en ser invencibles por el microscópico virus, muchos de ellos ya están en el ‘top ten’ de la tristeza de sus familias.

Hay muchos riesgos no contemplados, Sinaloa pudiera estar en el top ten de los huérfanos, las viudas, y los padres sofocados por la pérdida de sus hijos en la pandemia. Entre la inteligencia y la temeridad hay un abismo como entre la vida y la muerte.